lunes, 3 de febrero de 2014

FEBRERO 2014. INICIO. De carácter fuerte, aguerrido y compenetrada en los negocios familiares Silvana Villavicencio es una hermosa mujer que vive enamorada de Jose Miguel Landeros, su apuesto marido,  con quien vive en la lujosa mansión Villavicencio, al lado de sus padres, el multimillonario Nicolás y la noble Victoria, así como su hermano Ferdinando, un bueno para nada que solo se dedica a gastar dinero con cuanta muchacha seduce debido a su galanura. Con la familia Villavicencio vive Penélope, quien llegó a vivir con la familia al quedar huérfana, siendo apenas una niña, convirtiendose desde entonces como una hermana y mejor amiga para Silvana, a la que Penélope en realidad envidia y odia en secreto, además de engañarla con José Miguel, su marido, del que Penélope siempre ha estado enamorada y con quien tiene encuentros apasionados en el viejo chalet de la mansión.  Nicolás está terriblemente enfermo y sabe que pronto morirá, sin embargo ese secreto solo lo comparte con su esposa, con la que recuerda los viejos tiempos en Tequitlán, el pueblo de donde ambos son y hace años se conocieron. Nicolás vive preocupado por el futuro de Penélope, a la que cree buena y noble y hace prometer a Victoria que siempre velará por ella de la misma manera que lo haga con Silvana. La mujer lo promete sin sospechar ambos que Penélope los escucha detrás de la puerta ansiosa por que su padrino muera pues lo considera un viejo decrépito y sabe que su muerte causará un daño terrible a Silvana, mientras que, ante Roberto Avellaneda, director general de las empresas Villavicencio, José Miguel finge trabajar y para ello se vale de David Sandoval, un socio y fiel amigo que en el pasado estuvo enamorado de Silvana y también mantuvo un romance con Penélope, en quien el hombre todavía piensa pero de la cual solo recibe desaires. David sabe el secreto de Jose Miguel: Que éste se casó siendo un jovencito, muchos años antes, con una mujer con la cual tiene un hijo y a la que a veces ve mintiéndole que trabaja en el interior de la república, engañando así tanto a aquella mujer como a Silvana, quien lo cree el hombre más maravilloso del mundo y comparte esa dicha con la hipócrita Penélope, a la que incluso más que una mejor amiga considera una hermana.

Aida, enamorada de Ferdinando y gran amiga de Silvana, desconfía de la bondad de Penélope y aconseja a su amiga para que se cuide de ella sin embargo Silvana quiere demasiado a su prima y considera que los consejos de Aída son por envidia. Sin embargo Ferdinando cree en la muchacha pues al igual que Martina, su nana, desconfía de la bondad que Penélope siempre les demuestra a todos y sospecha que está enamorada de José Miguel. 

Martina y Penélope tienen un fuerte enfrentamiento pues la nana le tiene mala fe. Penélope, descarada, asegura que un día convencerá a Silvana para que la eche, aunque sabe que eso será al morir Nicolás y Victoria. Le truena los dedos a la sirvienta para que se dé prisa. Martina entonces, sonriendo, abandona sus labores y le ordena que ella misma haga lo que desea. Penélope jura que un día se vengará de todos los que la han despreciado, incluyendo los Villavicencio.

Silvana cuenta a su familia los planes que tiene para celebrar su aniversario con Jose Miguel. Victoria le asegura que todo será tal y como lo sueña mientras que Penélope, escupiendo veneno, pregunta a Jose Miguel sobre su amor por Silvana y asegura que el hombre podría darles a todos grandes sorpresas llegado ese día. Molesta. Silvana exige a su prima que le diga si sabe algo pero Penélope se marcha guardando el misterio por lo que en privado tiene una fuerte discusión con Victoria, quien le reclama que siempre preocupe a su hija, a la que Penélope asegura querer tanto pero en realidad pareciera odiar. Penélope le recuerda a la mujer que ella no es su madre para regañarla. Victoria le recuerda que fue ella que sin conocerla la acogió como parte de su familia cuando Nicolás llevó a su casa como si fuera una hija. Penélope se queja y, malagradecida, asegura que ella jampas se ha sentido así pues todos siempre la han visto y tratado como lo que es: Una recogida. Victoria la acusa de ser una malagradecida y la deja sola para acudir a Martina, con quien se desahoga. Martina asegura a la mujer que Penélope es mala y siempre ha envidiado a Silvana. Ninguna sospecha que en ese momento, en el jardín, Penélope y Jose Miguel se besan en el chalet, donde se entregan su amor sin notar que han sido vistos por Ferdinando, quien sorprende a penélope en su habitación y le confiesa haberla visto. Ella intenta hacerse la víctima y acusa a José Miguel de seducirla pero Ferdinando no le cree y le jura que dirá todo a sus padres y a su hermana pero Penélope lo amenaza a él con decirle a Nicolás que ha estado robando en la empresa y que ha hecho apuestas clandestinas con criminales. A Ferdinando no le queda más que callar pero decide hablar con Jose Miguel por lo que lo sigue hacia la empresa más se lleva una gran sorpresa cuando al seguirlo lo ve tocar a una puerta y besar a la mujer que abre, con un niño al que el hombre abraza, besa, y entrega un regalo. Llena de preocupación, Carolina, dice a José Miguel no soportar más estar lejos suyo y a veces sospechar que en realidad él está casado.  Jose Miguel la besa y le asegura que pronto estarán juntos y no se separarán jamás. La hace su mujer y ella, feliz, jura que sin él enloquecería y moriría.

Silvana sufre por no poderle dar hijos a Jose Miguel y tanto Victoria como Martina la animan y le aconsejan que adopte. Nicolás, por su parte, pide a su hija que cuando él falte vele por Penélope, a la que quiere como una hija. Silvana se atreve a preguntar a su padre si su protegida en realidad no es su hija más este asegura que no.

Penélope tiene un encuentro con David, quien todavía ama a Silvana y se lo dice pero ella solo se burla de él asegurándole que nunca más la podrá recuperar pues ya está casada con otro hombre mucho más atractivo que él. David ríe y pregunta a la muchacha si también ella ha tenido que ver con Jose Miguel, pues no sería la excepción ya que siempre se vuelve la amante de los novios de su prima. Penélope intenta abofetear al hombre, quien le recuerda que si terminó con Silvana, hace algún tiempo, fue por su culpa pues se enteró de que la engañaba con otra mujer aunque nunca supo que esa mujer fue su propia prima. Penélope se burla de David y le afirma que hombres como él jamás podrían ser para mujeres como Silvana. Él le responde que mujeres como ella jamás se compararían tampoco, nunca, con Silvana, quien es decente, hermosa, rica... y legítima. No una bastarda recogida. En su soledad, Penélope llora por las palabras de David y lo maldice al igual que a Silvana, jurando que algún día todos se las pagarán.

Ferdinando habla con Carolina y al descubrir que ha mantenido relaciones desde hace años con Jose Miguel intenta decírselo a Victoria pero calla pues no quiere causar problemas. Victoria sabe que su hijo le oculta algo y le pide que se lo diga pero Ferdinando calla. Ambos son escuchados por Penélope, quien al estar a solas con el muchacho se burla de él y le pregunta si pasa por una crisis de desintoxicación recordándole que los alcohólicos siempre serán alcohólicos y que él, principalmente, jamás dejará de serlo. Ferdinando entonces le dice que no será posible que le arrebate el marido a Silvana ya que Jose Miguel no solo engaña a su hermana sino también a ella ya que a las dos les ha ocultado que desde hace años tiene otra familia y un hijo. La enamorada Penélope se aterra y cree que todo es una mentira de Ferdinando pero éste le asegura que su amante es un farsante y un impostor. La destrozada Penélope llora amargamente y en venganza decide que le dirá todo a Silvana pero Ferdinando se lo prohíbe y le asegura que si se atreve a desenmascarar a, esposo de su prima, todos sabrán que ella, Penélope, tiene una relación con él. Principalmente Nicolás, quien la cree una santa.

Silvana tiene un encuentro poco grato con David Sandoval, quien le advierte que se cuide de Penélope, la cuál no es como todos creen. Silvana defiende a su prima y acusa al hombre de ser un traidor que juega con las mujeres. David le recomienda que escarbe en su propia casa pues justo las personas a las que más quiere le pueden dar una terrible sorpresa. La mujer piensa en su soledad en lo que el hombre quiere decir y se lo comenta a Penélope, quien asegura que nadie se interpondrá en sus planes.

Ferdinando confunde a Martina con misterios y suposiciones acerca de Jose Miguel. La mujer le pide que le diga qué es lo que sucede mas el muchacho no puede y se va de casa a divertirse a un antro, donde se emborracha y se divierte con mujeres hasta perderse y causar un enorme disgusto a Nicolás, quien tras discutir con él se siente mal. Silvana pide a su hermano que haga conciencia y evite enfrentamientos con su padre, el cual cada día está peor de salud. Victoria confiesa a su hijo que a Nicolás le queda poco tiempo de vida.

Jose Miguel recibe la llamada de Carolina, quien le exige que regrese a casa pues su hijo, Carlitos, está muy enfermo. Jose Miguel se niega a verla y le miente asegurándole que se encuentra hasta el norte del país, presionado por el trabajo. Carolina llora desconsolada pues teme a que su hijo le suceda algo. Él le promete que tomará un vuelo y acudirá a ella y su hijo. Al colgar recibe a David, a quien le cuenta lo que sucede. Son interrumpidos por Silvana, quien pide hablar con su marido. Cuando David se marcha Silvana le dice a Jose Miguel que terminó con David cuando descubrió que él la engañaba con otra mujer. Le hace prometer al farsante que si él alguna vez deja de amarla, se lo dirá pero jamás la engañará. Jose Miguel la toma en sus brazos y le promete que eso nunca sucederá.

Martina piensa en la vieja hacienda El Campanario y en los años en que no la ha visitado, quizás desde que Silvana era una niña, pues Nicolás nunca más quiso regresar desde que le arrebató la mujer a su mejor amigo. Comparte su nostalgia con Victoria, quien recuerda que se enamoró perdidamente de un jornalero al cual nunca más volvió a ver, cuando sus padres la obligaron a casarse con Nicolás. Ambas mujeres creen que quizás deban preguntar a Roberto Avellaneda, pues ha sido el único que, debido a los negocios de la familia, ha vuelto repetidas veces a ese lugar.


Penélope solo piensa en el engaño de Jose Miguel y desea reclamarle pero teme a que debido a eso el desee terminar la relación que tiene con ella. Lamenta que haya sido Silvana la sobrina millonaria de Nicolás, la bonita, la inteligente, pues solo por esa razón Jose Miguel está con ella. Y, en efecto, Jose Miguel pasa tiempo con Silvana y por ello olvida la enfermedad de su hijo por lo que Carolina vuelve a llamarlo pero decide no contestarle. Silvana nota que está nervioso y le pregunta qué es lo que le sucede pero el hombre no dice nada y tras dejarla a la puerta de su casa, al subir a su auto es sorprendido por Penélope, quien le pide que hagan el amor y lo besa sin percatarse de que David los ha visto. Él se niega y asegura tener algo importante qué hacer. Ella le pregunta si debe ir a ver a su esposa y a su hijo. Sorprendido por saberse descubierto, Jose Miguel intenta negarlo todo pero ya no puede pues Penélope lo acorrala. Él la baja de su auto y le dice que lo suyo termina en ese momento. Ella le asegura que no es así y que si él no se atreve a decir la verdad, será ella, la misma Penélope, quien se lo diga a su prima, por lo que él se tendrá que ir olvidando de la fortuna que podría obtener al morir Nicolás. Jose Miguel no puede creer que Penélope sea tan despreciable. Se marcha pero de inmediato ella toma un taxi y, al igual que David, lo sigue hasta casa de Carolina, donde el hombre se da cuenta de que su hijo realmente está enfermo por lo que lo toma en sus brazos y lo lleva a un hospital donde curiosamente se encuentra con Roberto Avellaneda, quien le pregunta qué es lo que hace allí mas Jose Miguel dice mentiras para justificarse. No se percatan de que Penélope los vigila ni de que ésta se las ingenia para hablar a solas con Carolina, quien le cuenta como ha sido la vida al lado de su hombre, a quien después le dice que una amiga suya acudió a preguntar por la salud de su hijo. Cuando Carolina la describe, Jose Miguel descubre que se trata de Penélope, quien a solas jura que él será solo para ella.

Victoria reprime a Ferdinando por ser un bueno para nada al igual que Penélope. Ferdinando estalla y pide a su madre que no lo culpe porque al menos, a diferencia de Penélope él sí es de la familia y tiene la conciencia limpia y no le juega chueco a Silvana. Victoria cree que su hijo esconde algo que no quiere decirle. Le exige que se lo diga y éste se niega. Sale y se ve con Aida, quien nuevamente le habla del amor que siente por él. Ferdinando le deja claro a la mujer que solo pueden ser amigos y ambos coinciden al pensar que Penélope no es buena. Sobre todo él, quien casi le confiesa a la mujer lo que sabe acerca de la recogida de su padre, el cual se siente peor que nunca y nuevamente pide a Victoria que no desampare a Penélope. La mujer lo promete y al estar con Martina, ésta le confiesa que solo desea que al morir el patrón Penélope desaparezca de sus vidas. La muchacha las interrumpe y desafiante le asegura a la sirvienta que eso nunca sucederá pues tanto Victoria como Silvana tienen la obligación de cumplir la última voluntad de Nicolás. Victoria asegura a su ahijada que no es así y que ella ya es mayor de edad como para haber hecho su vida lejos de la familia Villavicencio. Al marcharse Victoria Martina se burla de Penélope, quien llora de rabia por el desprecio de su madrina.

Carolina sufre por el estado de salud de su hijo, quien está internado en el hospital. A la mujer le avisan que su hijo se encuentra grave y deben operarlo. Intenta comunicarse con su marido pero éste jamás le responde.

Roberto descubre que el trabajo de Jose Miguel todo el tiempo ha sido realizado por David, a quien le pide una explicación. Éste le asegura que fue la misma Silvana quien le pidió ayudar a su marido quien, por si fuera poco, ha hecho excesivos gastos a pesar de que se le paga un sueldo considerable. David le afirma a Roberto que Jose Miguel no tiene los más mínimos conocimientos de nada pues ni siquiera tiene estudios. Roberto entonces se pregunta con qué clase de gente se casó Silvana, quien seguramente también lo ignora.


Penélope reclama a David el querer poner a Silvana en su contra. El hombre le asegura a su amante que muy pronto la verdad saldrá a la luz y todos se enteraran de la clase de persona que es ella. Penélope le jura que eso no sucederá y que lo callará, así tenga que matarlo. Él la desafía, seguro de que no tiene las agallas. 


Días después la mansión Villavicencio se viste de fiesta por el aniversario de bodas de Silvana y Jose Miguel. Penélope les hace pasar un mal rato cuando asegura a Silvana que su marido y ella  tienen una amiga en común: Carolina. Al escuchar el nombre Jose Miguel se sorprende y más tarde discute a solas con Penélope, a quien le reclama el incomodarlo y exige que salga de su vida. Ella le jura que jamás lo dejará en paz pues tiene que ser suyo solamente ya que ambos confabularon un plan para ser ricos y millonarios sin que ella supiera que él está casado por lo que la engañó.  Ambos discuten y ella le reclama el tener una esposa. Él le jura que la ha dejado así como dejará a Silvana en cuanto Nicolás muera y le herede una fortuna que él le quitará para estar precisamente con ella, con Penélope. Ambos se besan apasionadamente  sin sospechar que Nicolás los está escuchando y observando, asombrado, pues no puede creer que su ahijada sea capaz de tener relaciones con el marido de su sobrina. El hombre manda a llamarla con Martina y le reclama sus mentiras y engaños hacia Silvana cuando ella y él le brindaron su casa y su cariño. Finalmente Penélope se desenmascara ante Nicolás, confesándole el enorme odio y rencor que siente hacia Silvana y como le robó el amor de David hace años con tal de verla sufrir, jurando también que le quitará también a Jose Miguel, de quien es amante desde hace mucho tiempo y con el cuál se puso de acuerdo para que enamorara a su hija. Nicolás le exige a la muchacha que se marche de su casa y no vuelva jamás. Penélope se niega y jura que no descansará hasta destruir a Silvana y ver como ésta se arrastra suplicando por piedad. Sale de la habitación dejando al hombre muy agitado. Más tarde es encontrado por Martina, quien al verlo tan grave se alarma y da aviso a Victoria y Silvana. Nicolás intenta decirle algo a su hija pero le falta el aliento. Con lágrimas, Silvana le suplica que no se esfuerce, que se calme, pero el hombre solo alcanza a pronunciar el nombre de Penélope y muere llenando de dolor a su familia.

Martina exige a Penélope que le diga qué fue lo que alteró tanto a Nicolás pero la malvada muchacha solo dramatiza al enterarse de la muerte de su tío. Martina asegura no creerle y la responsabiliza por la muerte del hombre. Penélope solo le dice majaderías y corre a los brazos de Silvana, con quien se hace la víctima asegurando que ha quedado desprotegida y sola en el mundo. Silvana le promete que velará por ella. La astuta Martina no le cree nada y está segura de que la plática entre Nicolás y Penélope alteró al hombre hasta el punto de arrancarle la vida. No le quita la mirada de encima a la muchacha, quien se da cuenta de que la mujer sospecha algo.

Jose Miguel contesta una llamada de Carolina, quien alarmada le dice que están operando a su hijo y ella está muy preocupada. Él le dice que irá al hospital y asegura que su hijo no se va a morir. La llama “mi amor”. Se marcha sin darse cuenta de que Martina lo ha escuchado. La mujer se atormenta y no sabe cómo decirle a Silvana que su prometido es un hombre casado. Nota nervioso a Ferdinando y éste le dice que sabe algo sobre Jose Miguel. Martina asegura que ella también y al pensar que se trata de lo mismo le dice lo que escuchó. Ferdinando se sorprende y no puede creer que Jose Miguel sea tan miserable como para engañar a Silvana a tal magnitud. Cuenta a la sirvienta que el hombre tiene que ver con Penélope, quien, a su vez, para calmar el rechazo de éste, se revuelca en la cama con David, a quien tras terminar burla nuevamente recordándole que él es solo un premio de consolación. Son descubiertos por Victoria, quien reclama a la muchacha no sentir la más mínima pena por la muerte de Nicolás. Silvana entra y se sorprende al ver a su prima y ex desnudos. Isabela le dice qué es lo que ha pasado y culpa a Penélope de ser una cualquiera y una hipócrita que se mete con hombres prohibidos. Silvana pide a David que se marche y cuando este se va asegura a Penélope que a ella no le importa que tenga una relación con un hombre que fue su novio antes. Penélope asegura estar confundida por la muerte de Nicolás y haber sido engañada por David para acostarse con él. Victoria no le cree y pide a Silvana que tenga mucho cuidado pues jamás ha confiado en la recogida de Nicolás y está segura de que la envidia. Silvana, sin embargo, hace a David responsable de lo que sucedió sin sospechar que en su soledad Penélope solo se burla de ella y su ingenuidad, mientras la pobre Silvana llora la muerte de su padre y es consolada por Victoria, quien le suplica que sea fuerte.

Sintiéndose culpable. Ferdinando se emborracha para desahogar la pena por la muerte de su padre. Se topa con David, quien le aconseja que ahora que es el hombre de su casa se amarre bien los pantalones y demuestre que tiene la capacidad de salir adelante y sacar adelante a su madre y a su hermana. Ferdinando le cuenta lo de Penélope y Jose Miguel y David le aconseja que por el momento deje las cosas como están para actuar después.

Roberto recomienda a Silvana y Victoria volver al Campanario durante un tiempo, a olvidarse de todo. Silvana recuerda con añoranza el lugar y se da cuenta de que en realidad hace mucho que no vuelve mas cree que no es necesario mientras Roberto siga a cargo de la empresa y haga los viajes a la hacienda. Desconsolada, pregunta por su prometido y Martina le dice que le surgió una emergencia y tuvo que salir. Nadie sospecha que el hombre se encuentra al lado de Carolina, a quien besa y abraza prometiéndole que su hijo estará bien. Y lo está. Se tranquilizan cuando el doctor les informa que Carlitos está fuera de peligro.


David habla con Aída y le confiesa seguir amando a Silvana a pesar de saber que ésta nunca más podrá corresponderle pues no perdona los engaños de nadie. Aída le dice que además el matrimonio con José Miguel está de por medio. David se sincera y le dice que ese matrimonio solo es una farsa pues Jose Miguel está casado desde hace años con Carolina. Aída no puede creer lo que escucha y acude a casa de su amiga para decirle lo que sabe. Cuál es su sorpresa cuando descubre en el jardín a José Miguel besándose con Penélope, por lo que les arma un escándalo hasta que aparece Silvana preguntando qué es lo que sucede. Aída le dice que tanto José Miguel como Penélope son unos hipócritas que le han estado viendo la cara y que acaba de verlos juntos.

 Penélope se abalanza contra Aída y la abofetea acusándola de ser una mentirosa e intrigosa. Asustada, Silvana pregunta si Penélope tiene que ver con su prometido. Ésta lo niega y jura que Aída está loca y miente porque siempre la ha odiado. Silvana exige a su amiga, Aída, que le diga la verdad y ésta le jura que nunca le ha mentido y jamás le mentiría pero Penélope llora y pregunta a su prima si ella cree que sería capaz de hacerle semejante bajeza. Silvana le cree a su prima por lo que se molesta con Aída y la culpa de llegar a los extremos cegada por la antipatía que siente hacia Penélope. Molesta, le pide que no la vuelva a buscar. Aída dice a su amiga que quizás será demasiado tarde cuando se de cuenta de la clase de víboras que tiene por prima y marido. Se desahoga con Ferdinando, quien le asegura que él le cree pues conoce la verdad pero no se la dice a Silvana porque sabe que correría con la misma suerte que Aída. Penélope por su parte no deja de llorar y asegurar a su prima que la quiere como a una hermana y jamás sería capaz de traicionarla.

Por ir al hospital, Jose Miguel no acude al entierro de Nicolás, situación que incomoda a Silvana pues las amistades preguntan por él. Roberto le dice a la muchacha que quizás su marido se encuentre en el hospital y se encuentre grave pues últimamente se lo ha encontrado allí en repetidas ocasiones. La mujer toma de inmediato su auto y acude al lugar donde, en efecto, encuentra a su marido al lado de Carolina y Carlitos y escucha como se hablan con amor descubriendo así que el hombre tiene una familia con otra mujer. Llora amargamente al darse cuenta del engaño. Él la ve pero no acude a ella pues teme lastimar a Carolina, por lo que Silvana sale del hospital y él la alcanza para darle una explicación. En medio de una fuerte lluvia le pide perdón y le asegura que las cosas no son como ella piensa pues aunque tiene un hijo él no ama a Carolina, si no a ella. Silvana lo abofetea y le exige que no la vuelva a tocar ni regrese a su casa pues no quiere volver a verlo. Sube a su auto y se arranca a toda prisa y al ir manejando muy perturbada no se da cuenta de que se pasa un alto y sufre un terrible accidente.


Ferdinando y Martina le cuentan a Victoria todo lo que saben acerca de Jose Miguel y Penélope, a quien la mujer reprocha el ser una hipócrita farsante que ha hecho tanto daño a su hija, la cuál la quiere como una hermana. Penélope se revela y asegura odiar a Silvana más que a nadie en el mundo, recibiendo una fuerte bofetada de Victoria, quien la corre de su casa. Suena el teléfono, contesta Martina, quien se alarma y les dice a todos que Silvana ha sufrido un terrible accidente. Acuden al hospital, donde les dicen que la vida de la mujer corre peligro. Aparece José Miguel, quien exige verla pero no puede. Llora amargamente y cuando está a solas con Penélope le dice a ésta que su prima lo vio con Carolina y Carlitos por lo que ya sabe la verdad. Sintiéndose responsable, Jose Miguel toma sus cosas de la mansión Villavicencio y se marcha a pesar de las lágrimas y súplicas de Penélope, quien le ruega que la lleve con él pero el hombre la desprecia y le asegura que solo la utilizó pues a quien ama es a Silvana. Se marcha y Penélope lo va a buscar a casa de Carolina donde descubre que ya nadie vive allí. Se atormenta al saberlo perdido y llora amargamente culpando a Silvana de todo su sufrimiento. En venganza, acude al hospital, donde intenta matarla pero le es imposible pues jamás encuentra un momento para hacerlo y cuando al fin la suerte parece estar de su lado es casi descubierta por David, quien le pregunta si es capaz de matar a Silvana para desquitarse del abandono de Jose Miguel. Penélope advierte a David que se cuide pues él comienza a volverse una piedra en su zapato. Él no le teme a sus amenazas y le dice saber que Victoria la ha echado de la mansión Villavicencio. Se ríe de ella y le pregunta a donde irá. La muejr sale furiosa y en soledad llora jurando que todos se las pagarán.

Martina les dice a Victoria y Ferdinando que Jose Miguel se ha ido para siempre de la por lo que creen que quizás el accidente de Silvana tenga que ver directamente con él. Llaman a Avellaneda y éste les dice que Jose Miguel le presentó su renuncia. Aparece Penélope y, feliz, les dice que su prima descubrió la verdad: Que su matrimonio fue siempre una farsa pues Jose Miguel ya tenía una familia con Carolina Bazán. Victoria le exige que se marche pero la mujer se niega y jura que se irá solo cuando Silvana se lo pida. Martina intenta echarla por la fuerza pero es imposible.

Silvana no deja de llorar por la traición de José Miguel y Martina le cuenta que el hombre se marchó como el cobarde que es. Aconseja a la mujer que sea fuerte, que luche por recuperarse, pero Silvana solo desea morirse y solo encuentra consuelo en Silvana, quien le aconseja que rehaga su vida con alguien que la quiera. Al descubrirlas, Victoria corre a su ahijada de la habitación de su hija, a la que le dice que la muchacha es mala. Silvana la defiende.


MARZO 2014. Días después Silvana se encuentra fuera de peligro pero no quiere ver a nadie, hundida en un terrible sufrimiento por el engaño de Jose Miguel, por lo que cuando es dada de alta y regresa a casa se encierra en su habitación. Victoria y Ferdinando intentan hablar con ella pero los rechaza y solo acepta ver a Penélope, causándoles dolor. Martina lamenta que Penélope sea tan cretina, egoísta y envidiosa. Se pregunta por qué es así y Ferdinando le dice que es porque siempre se ha sentido menos y rechazada por no lograr nada por si sola, al contrario de Silvana, quien siempre ha tenido no solo el amor, sino el respeto y la admiración de los demás.

David le dice a Aída la razón por la que Silvana sufrió el accidente en el que casi pierde la vida. La muchacha llora y lamenta no poderse acercar a su amiga pues la cree una intrigosa ya que quiso abrirle los ojos respecto a la relación de Jose Miguel y Penélope. Sin embargo se lo cuenta a Isabela en una visita que le hace. Isabela no puede creer que Jose Miguel tenga otra familia y que su matrimonio con su sobrina no sea válido así como que haya sido capaz de tener amoríos con Penélope. Indignada, Aída acude a ésta y la abofetea para luego exigirle que se marche de la mansión y deje tranquila a Silvana pero Penélope se niega a irse y jura que no descansará hasta que Silvana pague por todo el daño que le ha hecho. Nadie sospecha que Penélope sufro por José Miguel, al cuál ama en realidad.

Al paso de unos días, al encontrarse más serena. Silvana llama a Roberto y le dice que ha decidido irse una temporada al Campanario por lo que el hombre le dice que avisará a la gente del lugar que prepare su llegada. La mujer se niega. Afirma querer darles una sorpresa a todos. Prepara su maleta y avisa a su familia que se marchará. Victoria y Marrtina desean ir con ella pero la mujer se niega y pide que no la busquen ni le llamen, si no que aguarden a su regreso. Silvana toma uno de sus automóviles y se va mientras que Victoria y Martina lloran su partida, la cuál hace que Ferdinando reaccione y hable con Roberto, al que le pide que lo ayude para tomar las riendas de las empresas de su padre.


Jose Miguel no deja de pensar en Silvana y acude a buscarla. Victoria lo recibe con una fuerte cachetada y lo corre acusándolo de ser el único responsable del sufrimiento de su hija. Él asegura que tiene que hablar con su mujer y Victoria le recuerda que él ya tiene mujer y un hijo por lo que le recomienda que se quede con ellos y se olvide de Silvana, la cual se ha ido lejos a donde pueda olvidarlo. José Miguel llora pues se siente realmente responsable.  Es sorprendido por Penélope, quien feliz lo besa y con llanto le pide que no la deje pues lo ama. Jose Miguel entonces le dice que ella también era parte de un plan y que jamás la ha amado tanto como llegó a amar a su prima por lo que será mejor que no se vean. Ella se aferra a él, quien la rechaza y la empuja haciendola caer en un charco. Le dice que es allí donde pertenece: Al lodazal, pues no vale absolutamente nada en comparación con Silvana. Jose Miguel se marcha y Penélope llora despechadamente jurando que, así sea lo último que haga, se vengará de él y hará de la vida de Silvana un verdadero infierno.

Silvana llega al Campanario dando de qué hablar a los habitantes. En la cantina del pueblo, se rumora que por el pueblo se vio un coche lujoso manejado por una mujer la cuál tomó rumbo hacia El Campanario. Semejante rumor llega a oídos de Ezequiel Aguirre, un apuesto y salvaje hombre con fama de macho seductor y capataz imponente, el cuál al escuchar semejantes rumores piensa que quizás se trate del viejo Roberto Avellaneda. Cuando le aseguran que no es así, si no que se trata de una mujer, decide de inmediato ir a indagar qué es lo que una extraña quiere en lo que él llama “su hacienda”.

Silvana conoce a Francisca, la sirvienta, a quien le dice quién es y que ha llegado para quedarse. La mujer se instala en la habitación principal y se asombra ante el desastre del lugar por lo que pide a la sirvienta que la limpie y tire a la basura todo lo que hay en ella. Francisca intenta explicarle algo pero Silvana, imponente, no escucha razones y ordena que se saque todo pues esa será su habitación. Francisca obedece mientras que Silvana decide tomar un baño llorando en la regadera al recordar la traición, el engaño de Jose Miguel. Cuando Silvana sale de bañarse, en toalla, tiene un encuentro con Ezequiel Aguirre, quien pelea por la recámara argumentando que es suya y exige sus cosas de vuelta. Ambos discuten y al forcejear, al darle una cachetada al hombre, Silvana queda desnuda al desprendérsele la toalla que la cubre. Esto hace que el hombre se ría de ella causándole un terrible enojo. Ella lo corre argumentando ser la hija de Nicolás Villavicencio. Tras saber esto, Ezequiel sale y llama por teléfono a Roberto, quien ríe por lo que ha sucedido y pide al hombre que tenga paciencia pues Silvana es noble y buena, solo que atraviesa por un muy mal momento pues ha perdido a su padre. Ezequiel acude a Francisca, a quien le asegura que la presencia de Silvana solo les hará pasar malos ratos y se queja de no tener habitación. Francisca le promete que le preparará una habitación de huéspedes pero aparece Silvana y le dice a la mujer que Ezequiel no dormirá en ninguna habitación dentro de la hacienda, si no en una de criados, como el resto. Tal decisión hace que el hombre exija sus derechos argumentando que desde siempre ha dormido en la habitación principal pues él se ha hecho cargo de la hacienda y Roberto le dio el permiso. Silvana le recuerda que ella es la dueña y le promete que muchas cosas van a cambiar en El Campanario con su llegada. 



Ezequiel protesta ante las exigencias de  Silvana, quien, ante la altanería del hombre, toma la decisión de despedirlo y lo corre para sorpresa de Francisca y Tarsila, hija de ésta, quien siempre ha estado enamorada de Ezequiel y no acepta que éste se marche por lo que acude a decirle a Silvana que el hombre debe quedarse pues él es indispensable en la hacienda. Silvana solo se burla de ella y le asegura que nadie es indispensable, aconsejándole que si tanto quiere estar junto a él, también se vaya.

Silvana toma el caballo que supuestamente pertenece a Ezequiel y da un paseo por el campo, recorriendo tierras y descubriendo un manantial en el que decide darse un baño. Cual es su sorpresa que allí se encuentra precisamente con Ezequiel, quien también se baña desnudo. Él la provoca y no hacen más que discutir. El hombre se niega a marcharse por lo que es ella quien sale de las aguas mostrando nuevamente su desnudez y causando la risa del hombre. Camino a la hacienda, Silvana descubre que Tarsila es molestada por un hombre el cuál trata de propasarse con ella. Acude a defenderla apuntando a ese hombre con un arma de fuego. Ante él se presenta como Silvana Villavicencio, patrona y dueña absoluta de El Campanario.

Doménica Montemar es una ambiciosa mujer que ha matado a dos de sus maridos para poder quedarse con la fortuna de éstos y a pesar de ello sigue sedienta de más. Sueña con que un día las tierras del Campanario serán de ella y es por ello que en compañía de su amante, Saltiel Beltrán, festeja por la muerte de Nicolás asegurando que ya muerto ese hombre nadie se acordará de reclamar nada pues a su familia nunca le ha interesado volver al lugar por lo que ella hará una grandiosa oferta a quien haya heredado y por fin será la dueña y patrona absoluta de Tequitlán. Interrumpe Macario Serrano, su hombre de confianza, quien le dice que a la hacienda El Campanario ha llegado su nueva dueña y patrona: Silvana Villavicencio, quien al parecer, aunque es hermosa, goza de mal carácter y posiblemente les causará problemas. Doménica cruza miradas con Saltiel y decide que visitará a la mujer para hacerle una propuesta que no obstruya sus ambicioso planes.

Ezequiel se desahoga con Apolonia, la dueña de la cantina, a quien solo le habla pestes de Silvana. La cantinera le asegura al hombre que su hora ha llegado pues él siempre ha estado acostumbrado a tomar lo que desea sin que nadie se interponga y ésta vez tendrá que ser sometido por la voluntad de una mujer. Él jura que no ha nacido la mujer que pueda con él y logre domarlo.


Silvana se comunica por teléfono con Victoria, a quien le dice estar bien y haber decidido radicar definitivamente en El Campanario. Victoria suplica a su hija que la deje ir a su lado pero la mujer se niega y asegura necesitar tiempo y tener la mente clara. Al colgar acude al despacho, donde Francisca le dice que Doménica Montemar la busca. Silvana recibe a la mujer, quien le asegura estar interesada en su hacienda y quererla comprar al doble de lo que quizás cuesta. Silvana escucha con atención y termina rechazando la oferta de Doménica, a quien le dice saber que El Campanario es la mejor hacienda de la región y ella está dispuesta a radicar en Tequitlán definitivamente, convirtiéndose así en la mujer más poderosa de toda la región. Doménica se marcha y, molesta, jura que nadie, absolutamente nadie, le quitará el poder a ella pues todo el pueblo la respeta y la conoce como patrona absoluta de todos. Es por ello que junto con su amante, Saltiel, ordena a Macario que meta un susto a Silvana aprovechando que ésta corrió a Ezequiel Aguirre y se encuentra sola en el lugar. Macario penetra en El Campanario de noche y les mete a Silvana y sus empleadas un buen susto. Silvana intenta defenderse pero alguien la golpea en la cabeza. Ezequiel, quien ronda la hacienda, se da cuenta de lo que sucede y persigue a los malhechores sin alcanzarlos por lo que de inmediato acude a Silvana, a quien carga y lleva hasta su habitación dándose cuenta de lo hermosa que es, pero ésta, al reaccionar, en vez de agradecer lo culpa de lo que ha sucedido. Nuevamente los dos discuten y Ezequiel decide que se irá definitivamente. Silvana, temerosa a que algo le suceda, le permite que duerma en una de las habitaciones de huéspedes y mantenga su puesto de capataz y administrador a cambio de que no se vaya. Él se niega pero ella se lo suplica agrandando el orgullo del hombre quien, ante las súplicas de Francisca y Tarsila, decide quedarse. Al quedar sola, Silvana llora y no deja de culpar a Jose Miguel por su suerte.

Tarsila le habla a Ezequiel del amor que siente por él desde que era una chiquilla. El hombre le pida que no insista más pues la ha visto crecer y la considera una hermana pues siempre han estado juntos. Tarsila sufre pues lo desea como hombre mas él no la ve como mujer, pero sí a la patrona, Silvana, pues el hombre asegura que es una mujer muy bella, lo más parecido a un ángel. Celosa, Tarsila le dice que mujeres como Silvana Villavicencio jamás ponen los hojos en bestias salvajes como él. Acude a Eligio, otro empleado que siempre la ha amado, con quien se desahoga y se besa. Cuando arden en pasión son descubiertos por Silvana, quien sufre al recordar a Jose Miguel.

Ezequiel se enfrenta a Macario quien asegura que las tierras en las que se encuentra el manantial pertenecen a todo el pueblo y no exclusivamente al Campanario. Ezequiel le asegura que ese manantial pertenece a su hacienda y entonces Macario se burla de él, afirmándole que sus días como patrón se acabaron y ahora no es más que un simple empleado como todos los demás. Ezequiel jura a Macario que luchará junto con Silvana y que esas tierras jamás les pertenecerán a los Montemar.


Por las calles de Tequitlán camina la sensual y bella Milena Carrasco, quien acude a dar gracias a la iglesia y de inmediato se dirige al mercado, donde tiene un puesto de comida. Al estar sola es molestada por el canalla Yajairo, quien le ruega por un beso. Ella le exige que se le quite de encima pues jamás tendría ojos para él. Le recuerda que es sabido en todo el pueblo quién es el dueño de su corazón. Yajairo se ríe de ella y le asegura que Ezequiel es un salvaje sin dueña, pues regala su amor a toda la que se deje. Al estar en la cantina, el hombre se topa con Macario, a quien le dice cuánto le cuesta conquistar a la muchacha. Macario aconseja a su amigo que busque a la madre de Milena y quizás, aunque sea solo por agradecimiento, la muchacha acceda a ser suya.

Doménica cree que la presencia de Silvana y el regreso de Ezequiel al Campanario solamente empeorará sus planes. Saltiel trata de calmarla con caricias y besos pero la mujer está más que preocupada por lo que cree que la única solución de poseer esas tierras será matando a la mismísima Silvana. Saltiel le aconseja que piense las cosas y que, si siempre ha querido a una mujer con mucho dinero para ser esposa de su desobligado hijo, Gilberto, quizás ésta sea su oportunidad. Contenta por la idea. Doménica hace el amor con su amante.

Penélope no hace más que recibir malas caras por parte de todos en la mansión Villavicencio por lo que, a pesar de la pena de haber perdido a Jose Miguel, se entretiene con David, a quien persuade de hacer un fraude en la empresa. Él se niega pero ella se las ingenia para hacer un enorme desfalco del cuál se da cuenta Roberto Avellaneda, quien culpa a David de lo sucedido. Éste asume la responsabilidad mas sabe que fue Penélope quien cometió semejante delito. Busca a la mujer y le asegura que si no le devuelve lo que robó entonces buscará a Silvana y le contará absolutamente todo lo que sabe de ella. Ambos amantes forcejean y Penélope asegura al hombre que jamás le permitirá que la delate por lo que lo cita en la cima de un enorme edificio abandonado para darle el cheque con el dinero. Al hacerlo, nuevamente discuten y Penélope lo empuja al vacío por lo que David muere y en las empresas Roberto asimila que, al verse presionado por el desfalco que hizo, en su desesperación, el hombre se suicidó.

Victoria sufre por el rechazo de su hija y Ferdinando trata de alentarla para que vaya a la hacienda a pesar de la oposición de Silvana. Martina hace segunda al muchacho y argumenta que, aunque se haga la fuerte, la mujer necesita de ellas.


Saltiel se presenta ante Silvana y Lisandro a proponer un negocio en el que los dos salgan beneficiados. Ezequiel está seguro de que Doménica insiste en apoderarse de las tierras de los manantiales y los pozos de agua por lo que aconseja a Silvana que no acepte el trato. Saltiel habla en privado con la mujer, a la que afirma que Ezequiel es un hombre problemático que siempre ha soñado con ser dueño absoluto del Campanario por lo que le aconseja que haga negocios con Doménica. Silvana le pide que le deje los documentos con la propuesta pues los estudiará y entonces tomará una decisión. Cuando Saltiel se va, Ezequiel discute con la mujer y le asegura que él sabe lo que hace. Ella le recuerda quién es la dueña y patrona de la hacienda así como le asegura que no tomará una decisión hasta no haber estudiado bien la propuesta mientras que Saltiel, sonriente, besa a Doménica y le asegura que Silvana Villavicencio muy pronto les entregará absolutamente todo.

Penélope se encuentra muy nerviosa pues teme a que alguien la haya visto y la denuncie por la muerte de David. Escucha hablar a Victoria y Martina acerca del Campanario y cómo éste podría ser un excelente lugar para esconderse por lo que la muchacha cree que esa es su salvación. Decide ir de compras y se lleva una fuerte impresión al ver a Jose Miguel con su familia, feliz. Se muere de rabia y celos pero guarda la calma y decide seguirlos para saber en dónde viven.

Silvana visita la iglesia y conoce al padre Benito, quien al saber quién es ella recuerda con nostalgia a sus padres, asegurando haberlos conocido. Silvana pregunta por Doménica Montemar y hasta el cura le da malas referencias y le pide que se proteja de esa mujer, la cuál les ha arrebatado tierras a casi todos en el pueblo y sin recibir castigo pues ella es la que controla las leyes del lugar. Después visita el mercado y descubre a Yajairo molestando a Milena, a la cuál defiende. Ofrece su ayuda y amistad a la muchacha, quien no puede creer que la dueña de El Campanario la haya defendido. Milena sirve comida a la mujer, con quien simpatiza y a quien cuenta su vida. Nace la confianza entre ellas y Silvana le dice las razones por las que está en el pueblo: Perdió a su padre y a su marido al mismo tiempo.

Ezequiel asegura a Eligio que con la llegada de la hija del antiguo patrón las cosas han cambiado. Eligio se ríe de él pues el hombre ha estado acostumbrado a mandar y ser la ley en la hacienda y ahora tiene que doblegarse ante la imponente presencia de una mujer. Ezequiel afirma que eso cambiará en poco tiempo pues Silvana Villavicencio es como una yegua salvaje a la que él, por la buena o por la mala, va a domar.


Macario lleva a Doménica noticias del campanario asegurándole que Ezequiel no permitirá que le vendan nada. La mujer entonces decide que hará algo mucho mejor y acude a su hijo, Gilberto, a quien le dice que ya le tiene elegida a la mujer que será su esposa: Silvana, pues solo casándola con su hijo sería fácil quitarle las tierras. Gilberto se niega pues él está enamorado de Irene Manzur, cosa que no le importa a Doménica, quien para salirse con la suya es capaz de sacrificar a su propio hijo.

Silvana invita a Milena al Campanario y cuando esta llega es mal recibida por Tarsila, quien la acusa de ser una buscona pues sabe que está enamorada de Ezequiel. Milena asegura ser amiga de Silvana pero la sirvienta no le cree y la corre. Sale Silvana en defensa de su nueva amiga y asegura que es su invitada a cenar por lo que exige a Tarsila que la respete y ponga un lugar más en la mesa. Tarsila, furiosa, no deja de quejarse en la cocina, asegurando a Francisca que ella no servirá a Milena, la cuál no es más que ella. Francisca decide que ella se hará cargo pero Silvana insiste en que sea Tarsila quien les sirva a ella y a su invitada. Tarsila se niega y entonces Silvana le dice que si no acata sus ordenes tendrá que irse. Tarsila no tiene más opción que servir a Milena y tratarla como señorita, e incluso hablarle de usted. Milena agradece a Silvana, contándole que Tarsila siempre la ha señalado y ofendido. Le cuenta también que es huérfana y que su única familia es la sirvienta de Doménica Montemar: Prudencia, quien la cuida desde que es una niña. Ambas comparten ese sentimiento pues Silvana también fue casi criada por su tía Isabela. 

Macario tiene una pelea en la cantina y Apolonia le exige que pelee afuera con quien tenga que hacerlo. El hombre termina matando al tipo con el que peleó pero nadie dice nada pues jura que si alguien abre la boca Doménica Montemar lo mandará al más allá. 

Milena se marcha del campanario y se encuentra con Ezequiel, quien le pregunta qué es lo que hace ahí. La muchacha tiembla solo de verlo pues está enamorada. Le habla de sus sentimientos y él le pide que no insista pues el romance fugaz que tuvieron cuando fueron adolescentes fue solo un juego de mocosos. Milena llora y le dice que para ella, desde ese entonces, él es el hombre de su vida. Está a punto de besarlo pero aparece Tarsila y la ofende para después soltarle una cachetada. Milena no se aguanta y se le va encima a la muchacha. A las dos las separa Ezequiel y les deja muy claro que no quiere tener que ver con ninguna y que jamás pasará algo entre ellos pues es otra la mujer que tiene clavada en el corazón. Se marcha dejándolas solas, mirándose con rivalidad. 

Gilberto se besa con Irene, a quien quiere hacer suya a toda costa. Ella le dice que se han entregado su amor demasiadas veces y eso ha tenido consecuencias que está por revelarle. La muchacha, desesperada, le pide que le diga cuándo se casarán pues está esperando un hijo suyo. Son interrumpidos por Doménica, la cuál asegura que Irene se quedará esperando pues Gilberto Montemar es mucho hombre para una pueblerina como ella y ya se ha decidido con quién se casará. Irene asegura a la mujer que está embarazada y necesita que Gilberto le responda. Doménica le pregunta cuánto dinero quiere para dejar en paz a su hijo e ir a la ciudad más cercana a practicarse un aborto. Irene no puede creer en la perversidad de la mujer. 

Milena llora ante Prudencia, a la que asegura que jamás podrá arrancarse del corazón a Ezequiel, al que ama desde que eran unos niños. Sale para estar sola y caminar y no se percata de que Yajairo la acecha. El hombre la ataca para violarla pero los gritos de ella son tan fuertes que aparece Eligio, quien la defiende enfrentándose a Yajairo con arma y éste lo hiere y huye por lo que Milena lo lleva a su casa, donde agitada pide a Prudencia, quien sabe de yerbas y curaciones, que lo ayude. Lo hace y Milena no deja de agradecer al hombre que la haya ayudado. Él la ve con amor pues siempre ha estado enamorado de ella por lo que se lo confiesa, incomodándola pues él sabe que ella ama a Ezequiel. Eligio le dice que ese amor nunca será y que ella sufrirá al amar a un imposible, tanto como él sufre al amarla a ella. Milena le dice que entonces los dos sufrirán.


Apolonia sorprende a Gabino en la cantina, como alma que lleva el diablo. Se burla de él y le pregunta en qué problema se ha metido. El hombre jura que Milena Zamora un día será para él, pues lo tiene vuelto loco desde que los dos eran unos chamacos. 

Irene, estallando en ira, les dice a sus padres, Juventino y Hortensia, lo mal que Doménica la trató y cómo le aseguró que ella no sería la esposa de Gilberto, de quien siempre ha estado enamorada. Hortensia intenta calmar el berrinche de su hija mientras Juventino piensa y le jura a Irene que si su deseo es casarse con Gilberto así será pues él tiene a Doménica Montemar en sus manos. Acude a la mujer y le dice que Gilberto debe responderle a su hija pues él es el presidente municipal de Tequitlán y la ha ayudado a ella a obtener tierras de gente inocente a la que han desaparecido para que no reclamen nada. Doménica le echa en cara el no haberle conseguido poseer las tierras del manantial ni la hacienda El Campanario. Asegura al hombre que ella es una mujer de negocios y el matrimonio de su hijo no será la excepción por lo que no puede casarlo con Irene aunque ésta esté esperando un hijo. Juventino se alarma al enterarse de que su hija está en estado y acude a ésta para abofetearla pues la considera una golfa que se ha entregado a un hombre sin estar casada. Hortensia interviene y le recuerda al hombre que él, aun estando casado se ha metido con las mujerzuelas de la cantina de Apolonia. Irene llora pues solo desea estar con Gilberto. Hortensia y Juventino le juran que así será.


ABRIL 2014. Penélope sorprende a Jose Miguel en su casa y tras discutir con ella él le pide que no lo busque más pues no la quiere ver. Penélope sin embargo está obsesionada con él. Lo besa, intenta desnudarlo para que ambos se entreguen su amor. Él la rechaza, intenta sacarla del lugar por la fuerza y entonces ella, furiosa, le dice que si no es para ella no será para nadie. Le dispara y al creerlo muerto huye. Al estar en la mansión Villavicencio solo piensa en los crímenes que ha cometido y teme a ser descubierta. Llora, pues todo lo que ha hecho ha sido por un poco de amor. Amor que nadie le ha dado.

Gilberto se presenta ante Silvana, dispuesto a conquistarla y despertando los celos de Lisandro, quien le advierte a la mujer que el hombre no es de fiar. Ella lo recibe. Lo invita a comer y beber y a dar un paseo con tal de molestar al capataz, a quien Eligio burla pues son notorios sus celos. Ezequiel no sabe qué le ha pasado pues se siente embrujado por la mujer. No se da cuenta de que Tarsila lo escucha y ésta sale huyendo al campo, a llorar, pues sabe que jamás podrá competir con una mujer como Silvana por lo que dispuesta a todo con tal de obtener el amor del capataz, le tiende una trampa en las caballerizas, donde él la sorprende desnuda. Ella lo besa, le pide que la haga suya. Él le corresponde y antes de que lleguen a más son descubiertos por Silvana, quien exige una explicación de lo que sucede y reclama al hombre aprovecharse de Tarsila, quien, desafiante, asegura que ella estaba dispuesta a entregarse a Ezequiel por convicción, porque quiere que él sea su hombre y ella ser su mujer. Lisandro entonces se va con la muchacha dejando a Silvana sola. Silvana se siente extraña y cree que el hombre le provoca algo.

Saltiel habla con Macario, a quien entrega un dinero. Los dos se han dedicado a robarle a Doménica durante mucho tiempo sin que ésta se de cuenta. Saltiel le dice al hombre que la mujer desea que le haga un favor: Que se encargue de hacer que Irene pierda el hijo que está esperando. Macario, en complicidad con Yajairo, tienden una emboscada y provocan un accidente a la muchacha, quien al ser encontrada va a dar al hospital, donde le informan que ha perdido al hijo que esperaba. Irene llora amargamente pues ese hijo era su seguro para casarse con Gilberto Montemar.

Silvana le confiesa a Milena que encontró a Ezequiel y Tarsila a punto de hacer el amor. Milena llora, nerviosa. Silvana no se explica que le pasa y confiesa también que algo extraño le pasa con ese hombre. Al confesar lo que siente, Prudencia le asegura que los síntomas son de amor. Silvana se niega a aceptarlo y cuando se marcha, Milena llora inconsolable pues teme a que Ezequiel también se haya deslumbrado con esa hermosa mujer de ciudad. Prudencia echa las cartas y asegura a su sobrina que Ezequiel no está en su destino.

Ezequiel le confiesa al padre Benito sentir una fuerte pasión hacia Silvana Villavicencio, la mujer que lo ha despojado de su poder. Benito le aconseja que siga a su corazón pues quizás una mujer como Silvana lo haga recapacitar, reaccionar, y convertirlo en el hombre que siempre debió ser.

En su soledad, Doménica recuerda el fuerte incendio en el que perdieron la vida los padres de Ezequiel. Asegura que solo su primer marido supo que ella fue la responsable y cuando pensó en delatarla lo asesinó. Afirma que la imponente hacienda en la que vive fue de los padres de Ezequiel pero que eso nunca nadie lo sabrá.

Pasan algunas semanas y Victoria hace maletas decidida a ir al campanario junto con Ferdinando. Martina los acompaña y cuando se preguntan qué es lo que harán con Penélope Victoria decide que deben ocultarle lo que harán pero Ferdinando cree que deberían llevarla pues dejarla sola en la mansión sería un verdadero peligro. Martina acude a buscar a la mujer pero no la encuentra y se percata de que hacen falta algunas de sus pertenencias. Esto hace que los tres sientan paz pues creen que la malvada se ha marchado para siempre de su lado.

Silvana reprende a Tarsila y pide a Francisca que tenga más cuidado de su hija. Tarsila se revela contra Silvana, insultándola. Silvana le da una fuerte cachetada que la arroja al suelo y Ezequiel interviene defendiendo a la muchacha. Silvana intenta abofetearlo a él también pero el hombre la detiene y le pregunta por qué hay tanta amargura en su corazón. Silvana sale para largarse a llorar en las caballerizas, donde Eligio la sorprende. Silvana le pregunta por la familia de Ezequiel. Eligio le dice que los padres del hombre murieron cuando él apenas era un niño por lo que fue criado por el padre Benito, de quien se separó cuando comenzó a meterse en problemas. Asegura que Ezequiel es un hombre temido, incluso por los Montemar, quienes tienen dominado el pueblo, así como confiesa que el hombre vuelve locas a todas las mujeres pues no hay quien se le resista e incluso Tarsila o Milena, están enamoradas de él desde hace mucho tiempo. Los interrumpe Francisca, quien le avisa a Silvana que una mujer muy distinguida la busca en la hacienda. Silvana acude a atender a esa mujer y se sorprende al verla: ¡Es Penélope!, quien feliz abraza a su prima y le dice haberla extrañado. Muestra sus maletas confesando estar decidida a hacerle compañía. Sin más, Silvana le pide que tome sus cosas y se marche pues no la quiere cerca. Penélope llora y se hace la víctima. Ruega a su prima hasta que ésta pide a Francisca que la instale en una habitación. Al estar a solas, Penélope espera que nadie logre encontrarla nunca cuando descubran que ella mató a Jose Miguel.

Gilberto visita a Irene, a quien abraza y asegura amarla pero tener que hacer lo que su madre le pide. Irene no puede entender que su novio sea un débil que teme a su propia madre. Gilberto le jura a la muchacha que las cosas cambiarán y él se enfrentará a Doménica, quien, por su parte, tiene una fuerte discusión con Saltiel, de quien rechaza las caricias molesta por no poder hacer nada para echar a Silvana o de plano casarla con su hijo al cuál ella ya ha rechazado. Saltiel le recuerda que la mujer puede tener familia, herederos, por lo que primero deben investigar. Doménica es impaciente y no está dispuesta por lo que pide a Macario que le pegue un buen susto a la mujer. Un susto en el que alguien pierda la vida para que ella tome la decisión definitiva de irse. Macario entonces cree que pueden incendiar los agaves de las tierras de la mujer, pues así perderá toda su producción. Doménica sonríe y asegura a Macario que si no fuera porque es un salvaje corriente sin dinero ni educación, ya lo tendría en su cama como amo y señor de su hacienda. Esto despierta los celos de Saltiel, a quien la mujer acusa de ser un inútil.

Hortensia no puede aceptar que su hija sufra por un hombre y recuerda que muchas veces Juventino hizo tratos con Doménica por lo que entra el despacho del hombre y revisa documentos. No encuentra nada pero entonces abre la caja fuerte y en ella encuentra certificados que comprometen a su marido y esa mujer. Hortensia cree que puede usar esos papeles para chantajear a Doménica, quien visita a Silvana para contarle de lo perdidamente enamorado que se encuentra Gilberto de ella. Silvana asegura a la mujer no estar interesada en matrimoniarse. Doménica insiste y entonces Ezequiel interviene y le pregunta a la mujer cuál es su interés por casar a Gilberto con Silvana. ¿A caso así tener aseguradas las tierras y la hacienda el campanario para luego matar a la esposa de su hijo y quedarse ella con todo? Furiosa, Doménica discute con Ezequiel, quien le exige que se marche. Silvana interviene y corre al capataz, disculpándose con Doménica, quien al llegar a casa jura que Ezequiel se las pagará así tenga que matarlo como hizo con sus padres. Mientras que en el campanario una fuerte discusión surge entre Ezequiel y Silvana, quien le reclama al hombre interferir en su vida. Ezequiel intenta advertirle que Doménica es mala y que quizás ella fue la responsable de la muerte de sus padres pero que jamás se le ha comprobado nada porque tiene compradas las leyes del pueblo. A Silvana eso poco le importa y le asegura al hombre que si seguirá interfiriendo lo mejor es que se vaya. Ezequiel jura que jamás se irá. Silvana lo empuja, no puede sacarlo, él se ríe de ella, ella lo ofende, él hace lo mismo, ella lo cachetea y entonces él la besa apasionadamente a pesar de que ella intenta resistirse para al final ceder y corresponderle. Al reaccionar, se zafa de los brazos del hombre y se encierra en su habitación, llorando amargamente.

Tarsila nota a Ezequiel extraño y descubre que sus labios tienen el labial de Silvana por lo que le pregunta si se ha enamorado de ella. Ezequiel la ignora, se va. Tarsila llora amargamente en la cocina y Francisca le aconseja que se olvide del hombre. Tarsila reacciona violentamente ante su madre, a la que gritonea y le asegura que a diferencia suya ella sí luchará por el hombre que le interesa para no quedarse sola. Francisca abofetea a su hija y le jura que no le permitirá que le falte al respeto. Tarsila se marcha y encuentra con Yajairo, con quien se desahoga. Él la entiende pues ha estado loco por Milena desde siempre y aunque en un principio intentó conquistarla por la buena, ahora intenta hacerla suya a la mala. 

Milena sufre al recordar que años atrás sufrió un cruel engaño por parte de Gilberto, quien la hizo suya por la fuerza y la amenazó de muerte para que callara. Llora y teme a que por ese suceso jamás pueda ser feliz con nadie. 

Al llegar a Tequitlán, antes de dirigirse a El campanario, Martina decide hacer una parada en la iglesia. Victoria la acompaña y las mujeres gozan con alegría su reencuentro con el padre Benito. Los tres recuerdan momentos gratos del pasado, felices, y el sacerdote promete visitarlas pronto en la hacienda, a la que llegan causando gran alegría a Silvana, quien les dice que Penélope llegó antes que ellos y que se ha comportado extraña pues no ha salido de su habitación, donde al enterarse de la llegada de la familia Villavicncio a la hacienda, enfurece pues cree que solo recibirá malas caras. Decide salir del campanario por la noche. No se percata de que Macario y Yajairo han penetrado a las tierras y han prendido fuego por lo que de inmediato toda la siembra a cosechar pronto arde en llamas. Penélope, quien se acerca, tiene un encuentro cara a cara con los hombres pero decide callar y los ayuda a escapar mientras que Ezequiel y Eligio, junto con otros jornaleros, acuden a apagar el incendio. Cuando la noticia llega a oídos de Silvana ésta acude a ayudar a sus trabajadores. Hacen todo lo que pueden pero es imposible. Lo pierden todo y Silvana se estremece cuando Eligio le dice que han encontrado un cadáver: El cadáver de un niño. Silvana llora amargamente y pide que den a la criatura sepultura, corriendo ella con los gastos. Ezequiel acude a las caballerizas a darse un baño con Eligio, es visto por Penélope, quien se sorprende por sensualidad del hombre.

Victoria asegura a Silvana que Penélope solo provocará problemas por lo que tienen que echarla del campanario. Silvana exige a su madre que le diga porqué todos tienen mala fe a la que quiere como a una hermana. Victoria llora y asegura que Penélope no es buena mas no le puede decir lo que sabe por temor a herirla.

Macario informa a Doménica de lo que han logrado y la mujer festeja dándole una buena suma de dinero. Jura que Silvana debe irse a como de lugar o de lo contrario la dejará en la ruina. Prudencia las escucha y acude a Milena para decirle que ha habido un incendio en El Campanario por lo que la muchacha acude al lugar y allí conoce a Ferdinando, quien al verla queda fascinado con su belleza. Así mismo, obligado por su madre, llega Gilberto, con un ramo de rosas para Silvana, quien no lo recibe. Sin en cambio conoce a Penélope, quien se da cuenta de que el hombre pertenece a una buena familia. Los interrumpe Isabela, quien se presenta con el muchacho el cuál al regresar a casa informa a Doménica que toda la familia Villavicencio se ha mudado a Tequitlán. Doménica enfurece y jura que, en caso de tener que hacerlo, los eliminará uno a uno.

Silvana se ducha y recuerda el beso que le dio Ezequiel y como la ayudó a apagar el fuego. Llora amargamente al recordar a Jose Miguel y su engaño, deseando que el hombre esté muerto para no volver a verlo jamás.

Ezequiel acude con los jornaleros para salvar lo que se pueda de los resto del incendio. Eligio ayuda y entre todos trabajan arduamente sin sospechar que Penélope los vigila seducida por la sensualidad de Ezequiel. Mas tarde la mujer tiene una discusión con Martina  quien le afirma que a la más mínima sospecha de que anda metiéndose en los asuntos de Silvana, le dirá a esta quien es en verdad la muchacha. Penélope, burlona, le recuerda que ella no es más que una simple sirvienta. Martina le responde que al menos es alguien, pues ella, Penélope, no es absolutamente nadie. Le aconseja que comience a hacer algo, como por ejemplo, buscar a los que fueron sus padres y la abandonaron. La sirvienta se marcha y Penélope llora, maldiciéndola. 

Ferdinando camina por el pueblo y al ir al mercado se encuentra con Milena, a quien se acerca y con quien desayuna, en su puesto. Ella lo atiende, nerviosa, pues cree que está acostumbrado a las cosas sofisticadas. Ferdinando le pide que se tranquilice. Aparece Yajairo, quien molesta a Milena y la acusa de ser una coscolina. Ferdinando defiende a la muchacha pero se da cuenta de que Yajairo quizás sea un matón y mejor se retira. Al irse, el malhechor le afirma a Milena que ella es suya y jamás le permitirá que esté con alguien más. 

Ezequiel habla con la policía informando todo lo que sucedió en el incendio. Está seguro de que fue provocado y que Doménica Montemar está detrás de todo mas no tienen pruebas y nadie vio nada. Allí mismo Ezequiel se entera de que el cadáver del niño que encontraron es de alguien que murió hace más de 25 años. 

Irene no se repone a la pérdida de Gilberto y lo busca recibiendo desaires por parte de Doménica. La muchacha se lo dice a Hortensia, quien en su desesperación, al buscar algo en la caja fuerte del despacho, encuentra documentos que comprometen a Juventino y Doménica por lo que acude a la mujer y le dice tener las pruebas para hundirla si se opone o no obliga a Gilberto a que le responda a Inés. Sabiéndose descubierta Doménica le dice que pueden llegar a un acuerdo. Hortensia no desea acuerdos, si no ver casada a su hija, por lo que a Doménica no le queda más que aceptar al saberse en sus manos. Más tarde visita a Juventino en su oficina y le exige que haga algo para callar a Hortensia pues los puede perjudicar pero Juventino se niega y le recuerda a la mujer que ambos prometieron casar a sus hijos y así tendrá que ser. Doménica entonces decide que tiene que hacer las cosas por si misma y le ordena a Macario que se encargue de silenciar a la mujer pero Macario tiene miedo pues sabe que Hortensia es la mujer del presidente municipal. Doménica le promete una buena suma de dinero a cambio. 

Penélope coquetea con Ezequiel e intenta seducirlo. Es descubierta por Ferdinando, quien se burla de ella pues siempre tuvo predilección por hombres de dinero y finos, como Jose Miguel. Le pregunta si le interesa todo lo que pertenezca a Silvana y Penélope se marcha. 

Silvana reclama a Dios el hacerla infeliz y llora. Victoria la sorprende y pregunta qué es lo que le sucede. Silvana asegura que se ha repuesto del engaño de Jose Miguel pero tiene miedo de volver a amar. La preocupada madre le aconseja que, si en su corazón ha vuelto a nacer una ilusión, no se ciegue por el resentimiento y se vuelva a dar una oportunidad. 

Apolonia consuela a Eligio, quien sufre por el rechazo de Milena. Apolonia le aconseja que tenga paciencia pues cuando Milena descubra que Ezequiel jamás tendrá ojos para ella, él, Eligio, estará allí para estrecharla en sus brazos y demostrarle su amor. A la cantina llega Ferdinando, a quien Eligio presenta con la mujer. Allí el muchacho conoce a Gilberto Montemar, con quien bebe. Apolonia espera que no hagan amistad pues sabe que Gilberto no es de fiar. 

Milena recibe de nueva cuenta la visita de Ferdinando, quien la invita a tomar un helado. Son sorprendidos por Yajairo, quien espía a la muchacha y tiene un enfrentamiento con su rival al que le deja claro que Milena es suya y no será de nadie más. Lo golpea y entonces Milena le dice que Ferdinando es el primo de la patrona del Campanario. Yajairo acude entonces a Silvana, a quien le exige que ahuyente a su primo de Milena. Silvana se enfrenta al hombre al que, tras amenazarla, le apunta con una escopeta y le jura que no se tentará el corazón para matarlo.

Ezequiel no puede sacarse de la cabeza a Silvana y se lo dice a Francisca, quien le aconseja que se olvide de esa mujer la cuál no está acostumbrada a hombres como él pero Ezequiel está empeñado. Pide perdón a la mujer por rechazar a Tarsila mas  Francisca cree que su hija solo está encaprichada y no enamorada. Lo cierto es que Tarsila sí está locamente enamorada de Ezequiel y con llanto se lo hace saber a Eligio, a quien le pide que la ayude para que el capataz se fije en ella.

Los Montemar reciben la visita de la policía pues se investiga el incendio del Campanario y se ha demostrado que ha sido provocado. Doménica llama a Juventino, a quien exige que se haga cargo y anule esa investigación. Juventino lo hace por consideración a su amiga y esto causa molestias en Ezequiel, quien está seguro de que la policía y el mismo presidente municipal encubren a alguien.

Gilberto y Ferdinando, vueltos amigos, hablan de la incalculable fortuna que posee Silvana en la cantina, donde Gilberto, aprovechándose de la bondad de Ferdinando, lo emborracha para sacarle demasiada información. Gilberto entonces cree que si enamorara a Silvana y se casara con ella, llevaría la vida que Doménica siempre le ha negado y sin necesidad de trabajar. Al caminar por la calle es sorprendido por Irene, quien le pide que hablen. Rechaza a la muchacha y le asegura ya no estar interesado en ella pues ha puesto los ojos en una mujer que siempre había estado esperando. Irene le exige que le diga de quién se trata pero Gilberto no lo hace por lo que ésta acude a llorar ante sus padres. Juventino le deja claro que quizás es mejor que se olvide del hijo de Doménica Montemar pues se evitará un eterno calvario pero Hortensia está dispuesta a apoyar a su hija y le jura a Juventino que si él no hace algo ella entregará los documentos que lo comprometen a grandes autoridades por lo que se tendrá que olvidar de su carrera política. 

Macario se emborracha con Yajairo en la cantina y hablan de mujeres. Apolonia no hace más que reírse de ellos. Mientras que Yajairo jura que Milena será suya tarde o temprano, Macario le muestra una foto de Silvana Villavicencio, la mujer que lo sorprendió y enamoró desde el primer instante en que la vio. Yajairo ríe pues cree que Macario vuela demasiado alto y le asegura que de tener afición por los muertos de hambre de rancho, Silvana seguramente ya se encontraría en la cama de Ezequiel Aguirre. 

Penélope y Gilberto se han gustado y la muchacha coquetea con él y le dice mentiras sobre Silvana. Gilberto se da cuenta de que Penélope la odia y ésta confiesa que, en caso de que alguien quisiera destruir a su prima, ella se haría su aliada. 

Silvana da un paseo nocturno por la hacienda, lo mismo que Ezequiel. Ambos se encuentran y hablan de los problemas que tienen en la cabeza. Entre los dos surge un primer beso de amor que termina en la cama. Es Silvana quien acude al cuarto de su empleado y amanece en sus brazos. Al salir, no se percata de que Penélope la ha descubierto mientras que tras darse un baño Ezequiel recorre las tierras, ayuda a los jornaleros, contento. Lo nota Eligio, quien se atreve a preguntarle qué lo tiene tan feliz. El hombre asegura estar enamorado por primera vez y ser correspondido. Se sorprende cuando al entrar a su habitación Penélope lo espera sobre su cama, desnuda, dispuesta a entregarse a él y asegurándola que ella es más mujer que Silvana. Ezequiel la desprecia y la saca de su recamara causándole una rabieta. 

Gilberto le cuenta a Doménica sobre Penélope y le confiesa sentir una gran atracción hacia esa mujer. Doménica estalla y exige a su hijo que ponga los ojos en Silvana y se dedique a conquistarla en vez de andarse paseando con una recogida que no vale nada. A la mujer intenta cambiarla Saltiel, a quien ésta solamente ofende. Saltiel jura que habrá un día en el que hasta él logre vengarse de Doménica, quien solamente la ha utilizado.

Hablando con Francisca, Martina se entera de quienes fueron los padres de Ezequiel por lo que asustada de inmediato se lo dice a Isabela: Ezequiel es el hijo del hombre al que ella amó durante muchos años y que murió en un incendio en el que perdió la vida. 

Milena acude al padre Benito y le cuenta estar desesperada por el amor de Ezequiel pues a sus oídos han llegado rumores de que el hombre puede estar interesado en Silvana Villavicencio. El sacerdote pide a la muchacha que se olvide de ese hombre o terminará igual que su madre. Tras escuchar eso Milena exige al padre que le diga qué es lo que sabe de su madre, incluyendo su paradero, pero Benito se resiste a hablar. Son interrumpidos por Doménica, quien desea hablar con el sacerdote y exige a Milena que se marche. La muchacha discute con la mujer, quien la abofetea y le recuerda que ella es la patrona del pueblo. Milena le asegura que no es así y que confunde el respeto de la gente con el miedo que le tienen pues saben de sobra quien es ella y temen a que les arrebaten lo poco que han obtenido a base de mucho trabajo.

MAYO 2014. Ante toda la familia Villavicencio, Penélope insinúa que existe una relación entre Silvana y su capataz. Escupe veneno y es escuchada por la mujer, quien le recuerda que es libre para hacer lo que quiera. Penélope la intenta convencer de que Ezequiel solo desea aprovecharse de ella y entonces Silvana le pide que, si se meterá en lo que no le importa, entonces tome sus cosas y se largue porque de todos modos no estaba invitada.  Penélope, furiosa, sufre las burlas de Ferdinando, quien le asegura que Silvana es otra y ya no hará caso de sus chantajes ni de su falsa moral, mientras que Victoria pide a su hija que le diga si lo que su prima ha dicho es verdad pues no quiere que se enrede con un hombre salvaje como Ezequiel. Llorando, Silvana confiesa a su madre sentirse atraída al capataz y la madre se desahoga después con Martina, a quien revela que Ezequiel es el hijo del hombre al que ella amó hace tantos años. 

Tarsila se viste de sensualidad y acude a Ezequiel para llevarle agua, causando chiflidos y provocaciones de los jornaleros. Se le insinúa al hombre y él la rechaza. Es Eligio quien le dice a Tarsila que Ezequiel está enamorado y es correspondido. Llena de celos y rabia, la muchacha exige que se le diga quién es la dueña del corazón del capataz. Sospecha de Milena pero se lleva una fuerte sorpresa cuando sabe que se trata de Silvana Villavicencio.

Silvana pasea por el pueblo y se encuentra con Milena. Hablan y como amigas se cuentan sus penas. Principalmente Milena, quien vive angustiada al no saber el paradero de su madre. Silvana, al contrario, feliz, le dice que el amor ha regresado a su vida y que ha decidido darse una nueva oportunidad. Al saber que es Ezequiel el novio de Silvana, Milena se echa a correr, desesperada, para caer sobre el empedrado suelo del pueblo y llorar amargamente pues cree que ha perdido a Ezequiel para siempre. Silvana la alcanza, la levanta, y le pide que la acompañe. La lleva al Campanario, donde pide a Martina y Francisca que curen a su amiga. Se marcha y entra Penélope, quien solo insulta a Milena y se burla de ella a pesar que Martina intenta detenerla. Milena, molesta, decide marcharse. Cuando Silvana regresa discute con Penélope a tal grado que la abofetea. Penélope le jura que la hará arrepentirse de lo que le ha hecho por defender a una muerta de hambre, mientras que en las afueras del campanario Milena se topa con Ferdinando, con quien se desahoga contándole lo sucedido. Ferdinando la convence de regresar a la hacienda y le dice quién es en realidad Penélope. Al regresar son recibidos por Silvana, quien se disculpa con su amiga. Los tres pasan un buen momento acompañados por Victoria, quien nota el interés de su hijo hacia esa muchacha. 

Doménica aparece en el campanario y llena d falsa preocupación lamenta el incendio en el que toda la producción de Silvana se perdió. Brinda su ayuda a la muchacha y la invita a una reunión que dará en su hacienda. Cuando se marcha, Milena les dice a todos que esa mujer es mala, perversa, y que su fortuna se ha construido a base de engaños y estafas, matando a quienes deciden reclamar lo que les pertenece. 

Irene busca a Gilberto y le suplica que regresen pero él no puede dejar de pensar en Penélope y lo sofisticada que es por lo que rechaza a su ex novia. 

Saltiel descubre que Doménica posee un mortal veneno entre sus cosas sin embargo no sospecha de los planes de la mujer. Se reúne con Macario, a quien nuevamente entrega su parte de dinero por la venta que los dos hacen fuera de la hacienda, ilegalmente. Es visto por Gilberto, quien no llega a ver a Macario pero si escucha a Saltiel. 

Llorando en soledad, Penélope no deja de sentir un odio y un desprecio enorme hacia Silvana, jurando que hará todo lo posible por destruirla hasta verla arrastrarse como un gusano. 

Ezequiel se baña en las caballerizas y es sorprendido por Tarsila, quien le reclama el que se haya vuelto el juguete de la patrona. Ezequiel defiende el amor que siente por Silvana y le exige a Tarsila que, si no quiere entenderlo ni aceptarlo, ese es su problema, pero que lo respete y se aleje de él, pues independientemente de andar con Silvana o no, jamás podría andar con ella ya que siempre la ha visto solo como una hermana. Tarsila se aferra a él, intenta besarlo, pero Ezequiel la rechaza y se marcha furioso a su cuarto, donde Tarsila lo sorprende con un arma, enloquecida, y le apunta jurándole que si no es para ella no será para nadie. Ezequiel intenta hacerla razonar pero la muchacha está más que decidida. Son descubiertos por Eligio, quien empuja a la muchacha e intenta quitarle la pistola recibiendo un balazo en la pierna. Asustada, Tarsila suelta la pistola. Silvana acude a ellos tras escuchar el disparo y se sorprende al encontrar a Eligio herido. Este asegura que todo fue un accidente. Tarsila se marcha a la cocina y llora ante Francisca asegurando ser infeliz. Ezequiel aparece y le jura a Tarsila que no dirá a Silvana lo que en realidad sucedió pero que no la quiere cerca de él nunca más. Al enterarse de todo, Francisca sufre y llora pues cree que la obsesión de Tarsila por Ezequiel la ha llevado al borde de la locura. 

Prudencia tiene malos presentimientos y se lo hace saber al padre Benito, quien también siente el presagio de que algo malo está por asomarse en Tequitlán. Ambos rezan por las almas de los muertos y por la paz de los vivos. 

Hortensia e Irene cuentan al padre Benito la manera en que Gilberto se burló de la muchacha para después abandonarla. Cuando Irene cuenta la manera en que perdió a su hijo confiesa sospechar que todo fue causado. Entonces Hortensia sospecha de que todo fue un plan de Doménica para librar a Gilberto de casarse con su hija por lo que llama por teléfono a la mujer para reclamarle y, para quitársela de encima, Doménica pide a Hortensia que se vean a solas y sin que nadie lo sepa para hablar del futuro de sus hijos, enredándola con engañifas sobre la boda. Le invita un té que en realidad es un mortal veneno y Hortensia, feliz por las propuestas que la mujer le hace, se lo toma. Se dan un abrazo y deciden ser las amigas que fueron siempre. Por la noche Hortensia sufre tremendos calores que comienzan a asfixiarla, alarmando a Juventino e Irene. La mujer muere repentinamente y el médico del pueblo dice a su familia que todo se ha debido a un paro cardiaco. Doménica goza al saber que su plan dio resultado. Al sepelio acuden Victoria y Silvana, a quien Irene, celosa, corre del lugar pero la chica es defendida por Juventino, quien recuerda a Victoria y habla con ella recordando el pasado pues él siempre la amó pero la mujer la despreció por amar a un hombre que no era de su clase. Un hombre por el que ella pregunta y se entera de que está muerto. 

Victoria tiene un enfrentamiento con Penélope, quien la insulta tras escucharla hablando con Martina del hombre al que amó en el pasado, logrando que la mujer le de una fuerte bofetada y la corra del campanario. Penélope no hace más que burlarse de su tía y le asegura tener todas las de ganar pues Silvana confía en ella. Victoria la amenaza con decirle a su hija de su relación con Jose Miguel para que la saque de la hacienda. Penélope entonces la amenaza con decirles a sus hijos acerca de sus bajas pasiones con un vulgar jornalero.

Gilberto se emborracha en la cantina con Yajairo y hablan pestes de Ezequiel. Allí, por un jornalero, se enteran de que el hombre tiene amoríos con la patrona del Campanario. Cuando el capataz se aparece en la cantina, los hombres se ríen de él y todo termina en una riña en la que Macario y Yajairo lo encañonan. Ezequiel se defiende y los pone en su lugar para entonces marcharse. Llega furioso al campanario y al desnudarse en su habitación es sorprendido por Penélope, quien le asegura que no puede resistirse a él. Lo besa y él le corresponde. Están a punto de fornicar y él nuevamente la rechaza. Penélope llora y s pregunta qué les da Silvana a los hombres para embrujarlos. 

Silvana se prepara para asistir a la fiesta en la hacienda Montemar y pide a Milena que la acompañe. La muchacha se niega pues sabe que Doménica la odia por lo que hace años sucedió entre ella y Gilberto. Silvana le propone que sea fuerte y enfrente a esa familia, que se ponga bonita, elegante, y les demuestre que no les tiene miedo. Milena se deja convencer y Silvana la lleva a El campanario, donde la arregla y se sorprende al ver que la muchacha es hermosa. Aparece Penélope y se burla de ella, asegurando a su prima que por más que intente hacer lucir a Milena como gente bien siempre será una pueblerina insignificante.

En la cantina, Apolonia se entera por el borracho Yajairo que la fiesta que se dará en la hacienda Montemar será para pedir la mano de Silvana por lo que ésta intenta decírselo a Ezequiel de alguna manera pero no lo logra. Más tarde en el lugar aparece Eligio y se lo dice por lo que éste, asombrado, cree que su amigo debe saberlo cuanto antes. 

Doménica se pregunta cómo tomará Silvana la sorpresa que le tiene preparada. Cuando la ve llegar, todos los invitados se asombran por la belleza de Milena, a quien Doménica le dice que no es bienvenida en su casa. Silvana asegura que si su mejor amiga se va, ella lo hará también. Doménica entonces da la bienvenida a las dos. Tras ellas llega Penélope, quien no se separa de Gilberto un solo momento mientras Macario preguntó a Silvana sobre su estancia en el pueblo ahora que su producción estaba perdida. La mujer confesó tener reservas en tierras lejanas, precisamente porque si una producción se pierde se tiene la otra y que no descansará hasta dar con los responsables del incendio de sus tierras. Doménica sorprende a Silvana y los demás invitados al anunciar que la fiesta era en honor a Silvana, a quien quería pedir formalmente su mano para casarla con Gilberto. Tal noticia enardeció a Penélope, quien con lágrimas, confundida, no puede aceptar lo que sucede. Silvana, por su parte, se siente mal y decide marcharse. Gilberto acude a ella, le pide que acepte casarse con él. Silvana lo rechaza y le asegura que entre ellos dos nunca existirá nada pues ella ama  a otro hombre. Gilberto sabe quién es ese hombre y le asegura que es un maleante, un vividor y un borracho mujeriego que solo la hará sufrir mas Silvana afirma que está dispuesta a correr ese riesgo. 

Ezequiel se emborracha en su soledad por lo que cuando Eligio llega a decirle de que se trata la fiesta de los Montemar no lo logra hacer reaccionar. Lo deja solo. Se va. No sospecha que Tarsila se encuentra cerca y la muchacha se mete desnuda en la cama del hombre, al que despoja de sus ropas y besa, ardientemente. Él la confunde con Silvana y decide hacerle el amor. 

Penélope se acerca a Doménica, a quien le dice amar a su hijo. Doménica se burla de ella pues sabe quién es y que no tiene en qué caerse muerta. Penélope entonces le dice que sabe que sus hombres provocaron el incendio de las tierras de El Campanario y que no dijo nada. Le propone que sean aliadas para destruir a Silvana Villavicencio.

Milena se despide de Prudencia y regresa a casa donde se sorprende al ver a Yajairo, quien le asegura que esta vez no se le escapará y será suya a como dé lugar. Se abalanza contra ella y la besa por la fuerza. De pronto tocan a la puerta. Yajairo jura a Milena que si lo delata la matará. Ella abre. Entra Ferdinando, quien se alarma al ver allí al malhechor y ver a Milena tan nerviosa por lo que se enfrenta a Yajairo, quien lo hiere con una navaja para huir. Asustada por lo que pueda pasar, Milena pide ayuda y de inmediato una ambulancia acude para llevarse a Ferdinando al hospital del pueblo, donde lo curan y aseguran que su vida no corre peligro. Ferdinando besa a Milena y confiesa a la policía lo que sucedió por lo que Yajairo es arrestado. Este llama a Macario y le pide ayuda. Macario lo deja pasar la noche en la cárcel pero al otro día paga su fianza y es liberado. Yajairo cree que debe ocultarse por lo que Macario habla con Saltiel para que éste le de empleo a su amigo. Yajairo es contratado y Saltiel descubre que el frasco de veneno de Doménica desapareció. Discute con la mujer y la acusa de haber matado a Hortensia. Ella se descara y le asegura que si la mató fue porque no tolera que le pisen los zapatos ni que la amenacen. Saltiel, confundido, no hace más que ir a la iglesia, donde habla con el padre Benito sobre los crimenes de Doménica. El padre reprocha a la mujer su maldad y le cuenta que habló con su marido. Doménica no perdona a sus enemigos y decide deshacerse de Saltiel, por lo que exige a Yajairo y Macario que se encarguen de él. Estos le tienden una emboscada en una carretera y causan una explosión en su automóvil por lo que el hombre pierde la vida. 

Silvana asegura a Victoria y Martina estar perdidamente enamorada de Ezequiel y desear casarse con él por lo que llama a Roberto Avellaneda para que éste trámite su divorcio a pesar que Victoria cree que el amor que su hija siente por el hombre es una locura. El licenciado le dice a Silvana que ella jamás se casó con José Miguel y que todo se trató de una farsa que  éste montó. Silvana comprende entonces que siempre estuvo equivocada respecto al amor y Victoria trata de convencerla de que quizás esta vez sucede lo mismo.

Penélope intenta convencer a Ezequiel de que Silvana no vale la pena y le cuenta una mentira: Que Silvana alejó a José Miguel de su hijo forzándolo a casarse con ella para luego deshacerse de él, cuando no le sirvió.

Roberto informa a Ferdinando que los peritos que envió en secreto demostraron que el incendio del Campanario fue provocado. Al colgar, Ferdinando asegura que la única interesada en que su producción se perdiera es Doménica, por lo que la responsabiliza. Al escuchar esto, Penélope acude a la mujer y le dice las sospechas de Silvana. Doménica está tranquila pues sabe que no se le pude comprobar nada pues tiene a las leyes de Tequitlán a su favor y nombra a Macario su nuevo administrador por lo que la arrogancia le brota a éste pronto. Tras leer documentos se sorprende al descubrir que Milena es hija del antiguo marido de la mujer: Bernardo Montemar, por lo que hace años ¡Gilberto violó a su propia hermana!

Benito se entera de la muerte de Saltiel y recuerda las palabras que el hombre le dijo sobre Doménica y teme a que sean verdad y la mujer lo haya mandado a matar para silenciarlo. Acude a Juventino, a quien pregunta si nunca ha sospechado que la muerte de su esposa haya sido provocada por alguien a quien le interesara silenciarla. Las palabras del sacerdote alarman al presidente municipal, quien recuerda que Doménica le exigió hace tiempo que callara a su mujer.

Irene busca a Gilberto y lo besa. Cuando son sorprendidos por Penélope, las mujeres tienen un enfrentamiento y se desgreñan mientras que el cobarde Gilberto disfruta al verlas pelear sin hacer nada por separarlas.

Silvana y Ezequiel se bañan en el manantial, donde se entregan su amor. Ella le dice que quisiera ser suya para siempre. Su esposa, su mujer, su señora. El capataz le pide a Silvana que se case con él y ella acepta. Para festejar, ambos se van de farra a un rodeo, donde beben tequila, bailan y se divierten. Terminan haciendo el amor a la luz de la luna.

Penélope tiene una fuerte discusión con Ferdinando, quien está seguro de que solo desea hacer daño a Silvana. Penélope se burla de su primo y lo hace quedar como un don nadie que siempre ha estado a las faldas de su madre y hermana, las cuales lo utilizan como un títere.

Victoria y Martina atan cabos y descubren que la hacienda Montemar fue de los padres de Ezequiel. Hablan con el hombre, descubren que ignora todo, por lo que deciden revelarle la verdad: Su padre en efecto era un jornalero, pero era tan apuesto como él y se casó con una mujer muy rica: Agustina Del Monte. Recordando sus primeros años de niñez, Ezequiel recuerda una hacienda enorme en la que era feliz con sus padres por lo que acude al padre Benito y le exige que le diga la verdad: Si su madre era una mujer muy rica y si  a él le fue arrebatado lo que le pertenece. Benito está a punto de hablar pero son sorprendidos por Doménica, quien exige hablar en privado con el sacerdote, a quien en confesión le dice haberse deshecho de Saltiel así como se deshizo de Hortensia, del hijo que Irene esperaba y de sus dos maridos.
Benito le advierte que Ezequiel no es tonto y ha recordado por lo que pronto descubrirá que la hacienda Montemar le pertenece. Enfurecida, Doménica jura que jamás se la entregará pues ya no le pertenece nada. Ella tiene los papeles oficiales que la avalan como dueña absoluta del lugar y que si Ezequiel comienza a  lastimarle los zapatos correrá con la misma suerte que Saltiel, Hortensia y todos los demás.

Yajairo sorprende a Milena en su puesto de comida. Le advierte que si no se aleja de Ferdinando lo matará aunque por ello él se vaya a la cárcel. Milena, desesperada y harta, pregunta al hombre por qué no la deja en paz si siempre lo ha rechazado. Yajairo confiesa estar perdidamente enamorado y que no sabe qué hacer para que ella lo acepte. Milena le asegura que eso jamás sucederá pues siempre amó a Ezequiel y Ferdinando es el único que la ha hecho comenzar a olvidarlo.

A la cantina de Apolonia llega Socorro Carrasco, una mujer de la vida alegre que pregunta por el antiguo dueño del lugar. Apolonia le dice que ese hombre murió y que ahora ella es la dueña. Entonces pregunta por Macario Serrano. Se entera de que éste trabaja para Doménica Montemar. Lo busca en su casa y éste se alegra de verla. Le asegura que le ha caído como del cielo. Le pide que le hable de la relación que hace años tuvo con el antiguo patrón y de la hija que tuvo con éste: Milena. Socorro intenta negarlo todo pero Macario está más que enterado y le asegura que con esa información y ella presente pueden hacer mucho dinero pues Milena es su pase a la riqueza.

Victoria habla con Juventino y al recordar el pasado le pregunta a éste porqué Ezequiel no posee la hacienda que una vez le perteneció a su madre. Nervioso, Juventino evade el tema pero Victoria insiste en tocarlo. Entonces él le cuenta que tras el incendio en el que Agustina y su marido perdieron la vida, Ezequiel quedó a cargo del padre Benito y después un rico hacendado, Bernardo Montemar, reclamó las tierras argumentando ser pariente de Agustina. Le fueron entregadas pero él jamás quiso hacerse responsable  del niño. Al poco tiempo murió, dejándolo todo heredado a su mujer: Doménica, quien ha sido la patrona de esa hacienda y de casi todo el pueblo desde entonces. Isabela quiere ayudar a Ezequiel por lo que pide a Juventino que en nombre del amor que una vez le tuvo, la ayude.

Silvana le cuenta a Milena que se casará con Ezequiel dentro de unos meses y le pide que sea su madrina de lazo. Milena confiesa no sentirse feliz por la noticia pues en el fondo no sabe si todavía está enamorada de Ezequiel.

Socorro conoce a Yajairo, quien le dice que él desea conquistar a Milena y para ello necesita que ellos dos se asocien, pues si él le lleva a su madre, ella lo aceptará y la convencerá de exigir lo que por derecho le corresponde y de lo cual Socorro puede sacar provecho.

Victoria tiene un fuerte enfrentamiento con Penélope, quien la abofetea. Martina intercede y también recibe golpes. Cuando Silvana se entera por Francisca y Tarsila de lo que sucedió, toma represalias y echa a Penélope de su hacienda, defendiendo a su madre. Penélope se revela contra Silvana y le confiesa que siempre la ha odiado pero la engañó para obtener todo cuando quiera de ella. Aparece Ezequiel y delante de él la malvada prima le exige que cuente a Silvana lo que hubo entre ellos. El corazón de Silvana se parte nuevamente al sentirse engañada por el hombre al que ama. Por su parte, Penélope les jura a todos que se arrepentirán y recurre a Gilberto, quien convence a su madre de dar asilo a la malvada mujer pero Doménica lo hace solo bajo una condición: Penélope se encargará de conseguirle unos documentos que necesita para lograr traspasar el campanario a su nombre. 

Eligio exige a Ferdinando que se ande en serio con Milena pues no le permitirá que la engañe. Ambos están a punto de golpearse pero Ezequiel intercede. Eligio confiesa amar a la muchacha pero estar dispuesto a dejar que ella sea feliz con quien desee mas no estar dispuesto a que un citadino la burle. Ferdinando asegura que sus intenciones con Milena son serias y que la respeta.

Ezequiel jura a Silvana que Penélope mintió y que entre ellos solo hubo un beso pues ella lo acosaba. Aún así Silvana no está decidida a perdonarlo y le pide que deje el campanario.

Prudencia sufre por no poder decirle a Milena quién es su verdadera madre. Teme a que la muchacha sepa la verdad y entre en shock al saber que el hombre que hace años la violó es su hermano. Se lleva una terrible sorpresa cuando tocan a su puerta y, al abrir, se encuentra cara a cara con Socorro, quien con llanto le jura estar arrepentida y desesperada.

Juventino tiene una fuerte discusión con Doménica, quien insiste en seguir haciéndolo parte de sus perversidades. El hombre asegura que como presidente municipal tiene la obligación de proteger a la gente que votó por él. Doménica ríe y le recuerda que ella compró su presidencia por lo que él está en deuda. Son descubiertos por Irene, quien pide a su padre que le diga en qué negocios están metidos él y Doménica. No le dicen nada pero Juventino promete que ya no será aliado de la mujer, quien le jura que se arrepentirá.

JUNIO 2014.  Victoria cuenta a Silvana lo que sabe acerca del pasado de Ezequiel y creen que éste lo ignora todo. Deciden llamar a Roberto Avellaneda y le piden que investigue todo cuanto pueda acerca del pasado del capataz, al que Victoria ha llegado a apreciar como el futuro esposo de su hija. Silvana, dura, asegura que no se casará con el hombre. Ni con él ni con nadie.

Socorro habla con el padre Benito y le pide que la ayude pues en el fondo quiere recuperar a su hija y exigir lo que a ésta por derecho le corresponde. Benito le advierte que si se enfrenta a Doménica Montemar lo más posible es que vuelva a marcharse... pero para siempre.

Ezequiel se encuentra enfurecido por las intrigas de Penélope. Se desahoga con Eligio y éste le aconseja que se olvide de la patrona pues son demasiado distintos.

Penélope se presenta en el campanario con el pretexto de recoger unas cosas. Se encarga de buscar documentos en el despacho de la hacienda pero es descubierta por Ezequiel, quien la detiene y enfrenta. Ella no hace más que insultarlo y él le arrebata los documentos que ha tomado. Al leer, sospecha que la mujer tiene tratos con Doménica Montemar. Le pide que se marche pero Penélope no está dispuesta y le jura que se arrepentirá. Entra en ese momento Silvana e impulsivamente Penélope besa al capataz por lo que Silvana se marcha a llorar mientras que el hombre rechaza a Penélope y le exige que se marche. Ésta se va feliz y al llegar a la hacienda Montemar asegura no haber podido sacar los papeles pero sí haber hecho algo que aliente a Silvana a irse definitivamente de Tequitlán. Doménica y Penélope sonríen malévolamente.

Silvana discute con Ezequiel y lo acusa de engañarla. Él le hace ver que todo fue una trampa de Penélope en venganza por haberle impedido llevarse unos documentos. Le asegura que su prima y Doménica Montemar quieren hacerle daño. Aparece Irene ante ellos y les dice que fue Doménica quien ordenó que quemaran las tierras del Campanario pues desea poseer la hacienda a como de lugar y no descansará hasta lograr que Silvana acceda a vender. Furiosa, Silvana va a enfrentar a su enemiga y le asegura que no se marchará ni vendeerá y que, en caso de hacerlo, a Doménica Montemar jamás le vendería aunque triplicara la oferta. Al marcharse se topa con Penélope y la cachetea asegurándole que no le dejará el camino libre para hacerle daño y que no se separará de Ezequiel. Silvana se marcha mientras Penélope le grita cuánto la odia.

Yajairo busca a Milena en el puesto del mercado y le dice que ha hecho por ella algo que nadie más. La presenta con Socorro, su madre, quien la abraza y le pide perdón por haber desaparecido durante tantos años. Le cuenta que tuvo que marcharse porque su vida corría peligro pero ahora todo es diferente y ha vuelto para reclamar lo que a su hija por derecho le corresponde. Al ver la facha de la mujer, Milena no puede aceptar que ella sea su madre y la rechaza. Acude a Prudencia, quien le dice que en efecto Socorro Carrasco es su mamá pero le advierte que no debe confiar en ella.

Jose Miguel no está muerto y se ha separado de Carolina por lo que busca a Roberto Avellaneda y le pide que le diga en donde está Silvana. El hombre no se lo dice pero Jose Miguel se las ingenia y emprende el viaje hacia Tequitlán y al llegar es visto por Penélope, quien se estremece al verlo  y teme a que éste la descubra pues sabe de sus fechorías, entre ellas que quiso matarlo. Habla a solas consigo misma y es escuchada por Gilberto, quien le deice ahora saber sus secretos. Intenta hacerla suya pero Penélope se resiste. Él la obliga pro la fuerza argumentando que si le dio asilo no fue para que ella viviera como señorita. La viola y Penélope jura que el hombre se arrepentirá. Cuando se encuentra cara a cara con Jose Miguel, tarta de huir pero éste la toma del brazo y le exige que le diga en donde está Silvana pues desea recuperarla. Penélope solo se ríe de él y le dice que Silvana se casará muy pronto con otro muerto de hambre como él que, a diferencia suya, sí es un hombre.

Ferdinando habla con Silvana e Isabela. Pide a su prima que le dé la oportunidad de trabajar pues ahora que se ha enamorado de Milena desea hacerse de un patrimonio pues quiere casarse con ella. Silvana le da un trabajo dentro de la hacienda por lo que el muchacho sale feliz a buscar a su amada.

Gilberto se encuentra cara a cara con Milena, quien parece temerle. Ella le pide que se aleje y no se le vuelva a acercar más pero él no olvida lo bella que se veía hace tiempo en la fiesta de Doménica por lo que intenta nuevamente propasarse con ella. La desviste y está a punto de violarla pero entran Socorro y Yajairo, quien se avalanza a los golpes contra el muchacho y ambos pelean. Yajairo es mucho más fuerte esta vez y lo hiere con su puñal para entonces escapar. Socorro se va detrás de él y, desesperada, Milena pide ayuda. Llega Ferdinando, quien toma la navaja de Yajairo y cuando la policía llega lo responsabiliza de lo sucedido. Lo termina de hundir Gilberto, quien por venganza declara que fue Ferdinando quien lo atacó. Ferdinando va a dar a la cárcel y Doménica jura que lo hará pudrirse allí. Esto llena de felicidad a Penélope pues ve sufrir a Silvana y sobre todo a Isabela, quien llora ante su hijo y cree que en realidad fue él. Ferdinando le jura al comandante Regino Chávez cómo fueron los hechos. Milena también asegura que fue Yajairo quien atacó a Gilberto y lo hirió y pone a Socorro como testigo, sin embargo Socorro se niega a hablar con Regino, quien la obliga y la mujer asegura que fue Ferdinando. Esto causa fricción entre la mujer y su hija.

Decidida a desaparecer a Silvana de la vida de Ezequiel y aconsejada por Penélope, Tarsila envenena la comida de la mujer antes de servírsela. Sin embargo nadie se la come pues se enteran de lo sucedido a Ferdinando y todos salen de inmediato a apoyarlo. Silvana discute con Doménica, quien acusa a Ferdinando de ser un asesino. Silvana exige hablar con el herido pero la madre se niega rotundamente. Silvana asegura que Gilberto es un infeliz que intentó violar a Milena, tal y como lo hizo hace muchos años. Doménica se niega a creer lo que le han dicho y habla con su hijo, a quien pregunta si eso es verdad. Él lo acepta y entonces Doménica le dice que ha cometido una estupidez terrible pues Milena y él son hermanos, hijos del mismo padre. Esta noticia hace sufrir a Gilberto, quien exige ver a Milena. Doménica se niega y le prohíbe que le diga la verdad a esa muerta de hambre, pues de saberlo exigiría lo que le corresponde de la herencia de Bernardo.

Prudencia se enfrenta a Socorro, a quien acusa de haber regresado solo para hacer el mal tal y como lo hizo hace muchos años. Socorro se sincera ya segura que no descansará hasta sacar provecho de su hija.

Penélope visita a Ferdinando en la cárcel para burlarse de él. Éste sola la ofende y le recuerda que es una recogida que nunca conoció a sus padres los cuáles la abandonaron siendo una niña pues ni ellos la quisieron. Penélope jura que sus padres pagaron por sus desprecios de la misma manera que él pagará pues ella se encargará de que lo refundan en la cárcel. La malvada Penélope acude a Gilberto, a quien le dice que su violación no quedará impune. Toma una almohada y lo asfixia para luego escapar del hospital. La noticia de la muerte de Gilberto destruye a Doménica, quien jura que descargará su furia contra el primo de Silvana Villavicencio y destruirá a esa familia.

Eligio habla con Tarsila y le hace ver que los dos sufren de mal de amores por personas que nunca pondrán los ojos en ellos por lo que quizás deban darse una oportunidad. Ella lo rechaza pues no quiere tener que ver con ningún don nadie como él. Eligio sin embargo la besa y ella le corresponde.

Roberto Avellaneda recibe la visita de la policía. El comandante Artemio Ruiz hace preguntas sobre David Sandoval y le pone un video en el que aparece la toma de una mujer saliendo del lugar del crimen. Roberto se asombra al descubrir que esa mujer no es otra que la misma Penélope Goncálvez, la recogida de su amigo Nicolás.

Macario ríe pues cree que con la información que tiene y todo lo que sabe sobre Doménica podrá obtener demasiado dinero. Penélope lo escucha cuando habla con la mujer y le exige un rancho para él solo pues ya no desea servir a nadie. Cuando la mujer se niega, él le asegura tener las pruebas de que la mitad de lo que posee le pertenece a Milena y toda su hacienda, por derecho, le pertenece a Ezequiel Aguirre. Doménica se estremece al saberse en las manos de su empleado, quien también amenaza a Juventino, por lo que los dos amigos deciden unir sus fuerzas para eliminar al ambicioso hombre.

Ezequiel habla con Regino, a quien le dice que quiere que se investigue el caso de la muerte de sus padres, nuevamente, y se descubra quién era el niño que apareció muerto en el incendio del Campanario. Regino llama a Juventino y le informa de los deseos del capataz. Juventino le prohíbe terminantemente que reabra esos casos.

Nuevamente Tarsila intenta envenenar a Silvana pues sabe que solo muerta dejará tranquilo a Ezequiel. Pone veneno en el jugo que le lleva a su habitación pero Silvana no se lo toma. Más tarde Martina lo descubre y decide llevárselo a Victoria, quien ya se ha tomado el suyo. Lo pone en su charola y la lleva a la cocina argumentando que Victoria no tiene apetito y sobró el jugo. Tarsila decide tomárselo a pesar de que Francisca se lo prohíbe. La descarada muchacha se lo toma para celebrar pues asegura ese será un día glorioso. Sale decidida a dar un paseo por el campo y jura que no volverá a servir a nadie. 

Irene llora la muerte de Gilberto, del que siempre estuvo enamorada. Doménica la corre del entierro y le exige que no vuelva a poner un pie en su casa pues por ella comenzaron los problemas de su hijo. Irene llora en el parque del pueblo y es sorprendida por Eligio, quien la consuela y la lleva hasta su casa, donde le pide que ese olvide de los Montemar, los cuales no son gente buena. 

Milena encuentra a Yajairo y le exige que dé la cara y se entregue. El hombre se niega y le asegura que será Ferdinando quien pague por la muerte de Gilberto. Milena le promete al malhechor que si él dice la verdad, ella se olvidará de Ferdinando y se casará con él. Yajairo no es tonto y se niega pues sabe que estando en la cárcel le dejaría a ella el camino libre. 

Silvana se lleva una fuerte impresión al ver a Jose Miguel en su hacienda. Éste le pide que hablen de lo que pasó pero ella se niega y lo corre. Lo manda a echar con Eligio y otros peones. Llora amargamente pues teme a que el pasado afecte su relación con Ezequiel, a quien le dice lo que sucede. Él la abraza y le jura que nadie los separará.

Socorro aparece ante Doménica, a quien le exige una fuerte cantidad de dinero a cambio de su silencio, de lo contrario hablará sobre todo lo que sabe de ella. Doménica se siente acorralada pues también Macario sabe sus secretos. Llama a Juventino y le pide ayuda pues si ella se hunde, él se hundirá también. 

Tarsila se baña en el Manantial y de pronto comienza a sentir fuertes dolores estomacales. Se acalambra. Intenta salir del agua pero no tiene fuerzas y muere ahogada debido al envenenamiento que ella misma se produjo. 

Jose Miguel discute con Penélope y le jura que Silvana lo escuchará tarde o temprano y sabrá la verdad sobre todas sus mentiras. Penélope lo amenaza de muerte pero Jose Miguel no le tiene miedo. Acude a la cantina y allí habla con Apolonia, a quien sin decir nombres le revela su verdad. 

Francisca se preocupa por la desaparición de Tarsila y tanto Ezequiel como ligio y otros jornaleros acuden a buscarla sin poder encontrarla. Creen que la muchacha se ha ido del pueblo. Francisca llora y Ezequiel se siente responsable pues cree  que Tarsila tomó la decisión de irse por s rechazo. Silvana lo consuela y ambos hacen el amor. 

Días después Yajairo se oculta muy bien en casa de Socorro, quien se informa de todo lo que acontece en el pueblo y le dice que Doménica se ha encargado de que caiga todo el peso de la ley sobre Ferdinando, quien es condenado a quince años de prisión por la muerte de Gilberto Montemar. Silvana promete a su primo que hará todo lo posible por sacarlo de la cárcel pues sabe que es inocente. 

Jose Miguel insiste en hablar con Silvana y la intenta besar ocasionando que Ezequiel lo golpee y lo saque a golpes del Campanario.

Regino encuentra el cuerpo de Tarsila y se lo hace saber a la gente del Campanario. Francisca no puede creer que su hija esté muerta y es consolada por Martina mientras que Ezequiel habla con el policía y se entera de que aparentemente Tarsila se suicidó al ingerir un veneno y luego se arrojó al manantial. Ezequiel trata de ocultar esta información a Francisca y llora sintiéndose culpable. Tanto Silvana como Eligio le aseguran que él no tiene nada que ver con la decisión que Tarsila haya tomado.

Socorro se acerca a Milena con falsos dramas hasta lograr que la muchacha la acepte por lo que la mujer festeja con Yajairo el triunfo asegurando que pronto obtendrá todo el dinero que siempre soñó y por el que tantos años esperó. Brindan y las copas logran que ambos se entreguen su amor mientras Silvana aconseja a Milena que no confíe demasiado en Socorro pues si Prudencia le ha dicho que no es de fiar no lo es. Milena llora pues jamás esperó que su madre fuera una mujer de la vida alegre. Es buscada por Apolonia, quien le dice que ha investigado y sabe que Socorro protege a Yajairo por lo que esos dos están metidos en algo.

Penélope logra robarse los documentos del campanario en un descuido de todos y se los entrega a Doménica, quien feliz asegura que ahora sí todo Tequitlán le pertenecerá. La ambiciosa mujer habla con Juventino y le pide que se encargue de realizar el papeleo para que ella sea la absoluta dueña y señora de esa hacienda. Juventino se niega esta vez y afirma estar cansado de ser un títere de su amiga. Ella lo amenaza de muerte y él le asegura tener firmado un documento acusándola de todo lo que ha hecho y que se descubrirá en caso de que a él o a su hija les suceda algo.

Silvana descubre que los documentos de su hacienda le han sido robados. Acude a reclamarle a Doménica y allí cachetea a Penélope, acusándola de ser una farsante que siempre la ha odiado. Penélope confiesa el odio que siente hacia Silvana mientras que Doménica asegura no tener ningunos papeles y echó a Silvana de su hacienda. Es Macario quien la saca a empujones y le advierte que no haga nada en contra de Doménica si todavía desea vivir. Silvana no se queda tranquila y busca a Regino para decirle lo que le han hecho. Él le asegura que si Doménica dijo que no tiene nada, entonces no lo tiene. Es Milena quien le dice a su amiga que Doménica manda en la policía y el gobierno y que ahora ella, Silvana, está bajo su poder, como todos en el pueblo. Silvana se niega y llama a Avellaneda, a quien le exige que haga algo pero el hombre no puede hacer nada por lo que Silvana llora de frustración. Se desahoga con Ezequiel, quien le promete ayudarla. 

Doménica cuenta a Penélope estar llena de problemas y encima no saber cómo eliminar a Macario, quien la tiene tomada del cuello. Penélope le propone deshacerse de Macario si ella le promete deshacerse de Silvana. Ambas se dan la mano firmando un acuerdo.

Olinto, un joven jornalero que había estado desaparecido durante un tiempo, se presenta ante Eligio y le dice que ha regresado a trabajar si la patrona se lo permite. Eligio le pregunta por qué desapareció y el muchacho le dice que fue por miedo pues él y una de las mujeres de la familia de la patrona, vieron a Macario y Yajairo prenderle fuego a las tierras de Campanario. Cuando el muchacho revela ésto a Ezequiel, éste sospecha que esa otra mujer haya sido Penélope. Acude a buscar a Macario y lo culpa de todo. Ambos hombres se parten la cara a golpes sin que haya vencedor. Macario le dice a Doménica que ya se sabe que ellos son los responsables del viejo incendio. Doménica le jura a su capataz que si él se encarga de desaparecer a Silvana Villavicencio, ella no solo le dará dinero y un ranchito, sino una hacienda tan grande como la suya y lo hará su socio. Cegado por la ambición Macario acepta el trato. 

Juventino aconseja a Victoria que ella y su familia se cuiden de Doménica, la cual desea adueñarse de todo el pueblo. Victoria pide al hombre que él las ayude, empezando por la liberación de Ferdinando. Juventino besa a la mujer asegurando seguir amándola como en el pasado y se encarga de que Regino libere a Ferdinando a falta de pruebas en su contra. Tal suceso llena a Isabela de felicidad pero no a Doménica, quien amenaza de muerte a Juventino. Éste, por su parte, harto, le recuerda lo de la carta que firmó y le arroja en la cara los papeles de El Campanario, diciéndole que no la ayudará más y desde ese momento ella se las tendrá que arreglar sola pues él protegerá a las Villavicencio.

Macario busca a Yajairo para ofrecerle un trabajo que hará que no tenga que esconderse más: Matar a Silvana Villavicencio. Socorro los escucha en secreto y teme a  involucrarse en un crimen por lo que cree que debe abandonar a Yajairo. Lo intenta pero con su nerviosismo se deja descubrir. Yajairo le recuerda que ahora son amantes y que lo que empezaron juntos lo terminarán igual.

Milena se reencuentra con Ferdinando y ambos se dan un fuerte beso de amor. Él le dice que en la cárcel escuchó algo que ella tiene que saber: Que Socorro y Yajairo son amantes.

Prudencia presenta su renuncia a Doménica y ésta se niega a indemnizarla. Prudencia no quiere dinero y le asegura a la mujer que muy pronto los espíritus vendrán del más allá a hacer justicia.

Roberto Avellaneda se presenta en Tequitlán y habla con Juventino, al que asegura saber que él está detrás de negocios turbios con Doménica Montemar y que la ayudó a beneficiarse robando a la gente del pueblo así como a volverse la dueña de la hacienda que lleva su apellido. Juventino lo niega todo pero Roberto le muestra pruebas y algunos errores que cometieron por lo que prácticamente, ante la ley, la hacienda Montemar, al ser propiedad de Agustina Del Monte, le pertenece a su único y legítimo dueño: Ezequiel Izaguirre.

Macario y Yajairo entran al Campanario durante la noche e irrumpen en la habitación de Silvana, a quien cubren la boca y la mujer intenta resistirse. Se la llevan sin que nadie se dé cuenta y la encierran en casa de Socorro, a quien Macario advierte que si dice una sola palabra de lo que ha visto y escuchado la matará. Avisa a Doménica que el trabajo está hecho y que ha desaparecido a Silvana. Doménica se alegra cuando se entera en el pueblo, al otro día, que Silvana ha desaparecido y su familia la busca incansablemente. Sobre todo Ezequiel, quien está seguro de que Doménica está detrás de todo.

Juventino le dice a Doménica que está perdida pues Roberto Avellaneda tiene pruebas de que ellos dos mintieron y de que la hacienda jamás le perteneció a su primer marido. La mujer le exige que se encargue de deshacerse de ese hombre pero Juventino no quiere ensuciarse las manos de sangre. Nuevamente son escuchados por Irene, quien sonriendo jura que Doménica se arrepentirá de todas sus ofensas.

Al estar tomando una ducha en su cuarto, Macario es sorprendido por Penélope, quien le afirma que ella es un regalo que Doménica le envía. Ambos fornican cual fieras salvajes y hablan de todo lo que saben, confesando sus crímenes. Macario le cuenta a la mujer en donde tiene los documentos que tienen temblando a Doménica. Duermen desnudos y en la madrugada ella toma su revólver y le dispara, asesinándolo. Jura que ahora todo será de ella y no de Doménica, a la que tiene en sus manos.

Ezequiel, Eligio y Olinto buscan por todos lados a Silvana y descubren una pequeña cabaña en las afueras del pueblo. Indagan y ven a Socorro alimentando a Silvana por lo que entran a rescatarla. Al percatarse de lo que sucede, Yajairo huye. Silvana regresa con su familia y Socorro pide piedad pues jura que a ella la tienen amenazada. Silvana pide que a la mujer no se le acuse de nada pues es la madre de su amiga. La dejan ir y Socorro acude a Prudencia, a quien le pide ayuda. Prudencia se la da y le pide que se vuelva a marchar pues su regreso solo le hará más daño a su hija. 

Ezequiel busca a Juventino y Regino y les exige que hagan justicia y encuentren a Macario y Yajairo los cuales están desaparecidos. Los hombres lo prometen pero no piensan mover un solo dedo pues saben que si Macario o Yajairo caen, lo hará Doménica y por lo tanto ellos también.
 

JULIO 2014.  Victoria sufre por la desaparición de su hija y Penélope fugazmente se presenta ante ella para burlarse y prometer que jamás volverán a saber de Silvana, la cual está muerta, causando un gran dolor a la sufrida madre. 

Feliz por la muerte de Macario, al creer que Silvana ha desaparecido Doménica acude al Campanario y asegura que ella será ahora la dueña de todo. Se sorprende cuando alguien le apunta en la cabeza, por detrás. Esa misma persona la empuja y la hace caer al lodo para ahora apuntarle de frente a la cabeza. Es Silvana, quien le exige que le diga porqué quiere matarla y porqué insiste en apoderarse de sus tierras. Doménica asegura que la hacienda ahora le pertenece y le pregunta por qué no está muerta. Silvana se burla de ella y le dice que sus planes han fallado y que sus engaños también. Le jura tener en su poder sus documentos en regla por lo que no le podrán arrebatar nada así como también tiene en su poder los documentos que avalan que ella ha mentido y robado la hacienda que en realidad le pertenece a Ezequiel. Doménica no sospecha que ha sido la misma Irene quien ha extraído todos esos documentos de la caja fuerte de su padre y se los ha entregado a Silvana con tal de hundirla. 

Jose Miguel se encuentra con Artemio Ruiz en el pueblo y habla con él. Éste le dice que una mujer asesinó a David y se encuentra en Tequitlán. Muestra la foto de Penélope y, sorprendido, Jose Miguel acepta conocerla y le dice que esa es la misma mujer que una vez intentó asesinarlo por lo que lo llevará hasta donde ella se encuentra. Cuando Penélope ve a Jose Miguel ante ella, se asusta. Éste le dice que ahora si ha llegado su final. Artemio le dice que su crimen está descubierto y tendrá que pagar por él, por lo que la esposa y la lleva a la cárcel local, donde Penélope habla con Regino y le pide que hable con Doménica y le exija que la ayude pues ella sabe en dónde están los documentos que la delatan y la llevarían a la ruina y dirá su locación si la mujer no la ayuda. Cuando Regino se lo informa a Doménica, esta estalla pues está realmente acorralada. Le pide al hombre que se encargue de callar a Penélope a como dé lugar y la acusa de haber matado a Macario, con quien tuvo una noche de pasión por lo que creen que incriminarla en otro crimen pasional la refundiría en la cárcel donde él, desde luego, se encargará de desaparecerla.

Jose Miguel visita a Silvana y le cuenta que se ha separado de Carolina definitivamente y que está dispuesto a recuperarla. Silvana lamenta que las cosas para él no marchen bien y lo invita a su boda con Ezequiel. Le pide que le diga quién es la otra mujer con la que la engañó y se estremece al escuchar el nombre de Penélope y que ésta se encuentra encarcelada por haber asesinado a David Sandoval. Silvana acude a ver a la mujer, ante la cuál llora y le pregunta por qué le ha hecho tanto daño. Penélope se sincera. Le confiesa que le ha hecho daño porque la odia y siempre la odiará. 

Penélope, altanera, no deja de insultar a los policías en la cárcel por lo que éstos le sueltan una fuerte cachetada y la violan brutalmente causándole un amargo dolor. La mujer después es procesada a los separos femeninos donde es recibida con burlas y golpes. Llena de dolor llora y recuerda su niñez y como su padre la maltrataba y su madre jamás hizo nada para defenderla y cómo incendió la pocilga en la que vivía para darse a la fuga hasta ser recogida por Nicolás Villavicencio. Recuerda los desaires de Victoria, quien nunca la quiso y siempre la trató como una intrusa, y la maldice, así como a los padres que la abandonaron a las puertas de la mansión Villavicencio. 

Socorro desea decirle la verdad a Milena y que ésta cobre el dinero que le pertenece de la herencia de Bernardo. Prudencia recrimina a su cuñada el utilizar a su hija y como siempre le fue infiel a su hermano cegada por la ambición. Milena las escucha discutir y les exige a las dos que le digan quién fue su padre. Prudencia evita a toda costa que la muchacha se entere y corre a Socorro de su casa.

Juventino pide perdón a Victoria por todo el mal que hizo involuntariamente. La mujer decide que no quiere volver a verlo nunca.

Doménica denuncia a Penélope por la muerte de Macario e, hipócrita, llora asegurando haberle brindado toda su confianza a una extraña que le causó compasión. Ambas mujeres discuten y Penélope jura que hundirá a la mujer. Aparecen Ezequiel y Silvana, quienes ante el fiscal, Artemio, declaran que ellos tienen una denuncia qué hacer también. Acusan a Doménica Montemar de haber despojado, junto con su primer marido, a Ezequiel Aguirre de sus propiedades y haberlas puesto a su nombre con falsa documentación. Doménica no puede creer lo que le sucede y llama a Juventino para que la ayude. Juventino se niega. Cuando la mujer llega a casa se sorprende al encontrarse cara a cara con Gabino y Socorro, quienes exigen una fuerte suma de dinero a cambio de no decir a Milena su identidad. La poderosa Doménica los manda al carajo y les asegura que si abren la boca a ella le da lo mismo pues es la ley de Tequitlán y se encargará de eliminar a Milena y a todo aquél que se le ponga enfrente.

Ferdinando visita a Penélope en la cárcel y le recuerda cuando él estuvo en esa situación y ella solo fue a burlarse de él. Aparece Jose Miguel, a quien la muchacha le suplica que la ayude y la saque de ese lugar. Luis Miguel le dice que ya ha declarado en su contra pues no olvida que lo quiso matar cuando le dijo que no podría seguir con ella. Penélope llora y busca culpables de su desgracia y llora jurando estar arrepentida y seguir amando a Jose Miguel. Él no le cree y le desea que pague por todo el mal que les ha hecho a los Villavicencio. Cuando Jose Miguel se va, Regino pone tremenda golpiza a Penélope, quien se da cuenta de que no puede decirle a la policía donde están los documentos para hundir a Doménica Montemar. 

El padre Benito recibe la visita de Juventino, quien le dice todas sus fechorías y el temor que siente. El sacerdote le aconseja que se entregue a las autoridades para ser protegido Convencido, Juventino decide que declarará todos sus crímenes pero al salir de la iglesia es atropellado por Regino, quien llama a Doménica y lee dice que ya todo está hecho. Juventino muere camino al hospital pero le dice al padre Benito en donde están los documentos para hundir a Doménica. 

Irene ha comenzado un romance con Eligio y hacen el amor en las caballerizas del Campanario. Son descubiertos por Francisca, quien los corre. Al estar en la hacienda, de boca de Martina e Isabela, Irene se entera de la muerte de su padre. Acude a él y en el sepelio no se separa un solo momento de Eligio. Silvana le brinda su apoyo. Cuando llega Doménica, Irene la acusa de ser la responsable de la muerte de su padre y grita ante todos que la mujer es una asesina. Doménica se marcha. Llega a casa y descubre que se ha quedado completamente sola, tal y como su hijo se lo dijo un día. 

Olinto declara lo que vio en el incendio del Campanario y asegura que Penélope estaba presente y vio a Macario y Yajairo huir más calló. Esto termina de hundir a Penélope ante la justicia y la muchacha, golpeada, suplica a Roberto Avellaneda que la ayude a ser procesada a otra prisión y ella le dará los documentos que él necesita para hundir a Doménica y todos sus secuaces pues Regino está del lado de la mujer y la maltratará de quedarse en el pueblo.

Yajairo cree que la única manera de que Doménica le entregue dinero es entregándole a Silvana para que la mujer la mate con sus propias mano por lo que nuevamente la secuestra. Esto alarma a la familia Villavicencio y también a Ezequiel y Jose Miguel, quienes se unen para ir en busca de la mujer mientras que Roberto da aviso a Artemio Ruiz recordándole qué dudosa es la seguridad que brinda la policía del pueblo. Artemio despliega una búsqueda implacable con sus hombres de alta seguridad mientras que a Regino no le queda más remedio que actuar. 

Socorro cuida de Silvana y le pide perdón por lo que hace pues quiere dinero y Doménica es la única que puede dárselo, así como Yajairo ha sido el único que la ha respetado como mujer. Silvana le jura a la mujer que si la deja libre le dará dinero para que se vaya muy lejos a donde pueda comenzar una nueva vida. 

Prudencia acude a hablar con Doménica y le asegura que su hora ha llegado y toda la verdad saldrá a la luz. Ambas discuten y la dueña echa a su ex sirvienta de su hacienda. Prudencia sale pero ve entrar a Yajairo por lo que lo sigue y escucha cuando éste le dice a Doménica que tiene a Silvana en su poder pero se la entregará cuando ella le dé el dinero suficiente para largarse lejos. Doménica pide un par de días y entonces cuando Yajairo se marcha de nueva cuenta entra Prudencia, quien avisa que dirá lo que escuchó. Doménica la empuja y Prudencia se golpea fuertemente en la cabeza y cree que ha muerto. Sale de inmediato a buscar a Yajairo, lo encuentra y le pide que la ayude a enterrar a la mujer, quien mientras está siendo enterrada despierta. Doménica es implacable y ordena a Yajairo que de todas formas la entierre por lo que Prudencia muere y su desaparición llena de angustia a Milena, quien teme a que su tía le haya sucedido algo. Se encuentra con Socorro, quien le pide perdón por ser una mala madre. Milena le suplica que le diga quién fue su padre y entonces socorro se lo dice: Bernardo Montemar. Milena sufre terriblemente al enterarse de que su propio hermano fue el que la violó años atrás y se niega a perdonar a su madre, a la que acusa de ser la responsable de todo su sufrimiento. Se refugia en el padre Benito, quien le confirma lo que le acaban de confesar. Milena se siente sucia y se niega a ver a Ferdinando, quien sigue a Socorro para hablar con ella y descubre el paradero de Silvana pero él es sorprendido por Yajairo, quien lo golpea en la cabeza haciéndole perder la consciencia y lo ata, secuestrándolo también, mientras que Socorro llora por todos sus errores y el rechazo de Milena. Silvana le jura a la mujer que si hace las cosas como tiene que hacerlas y denuncia a Yajairo y Doménica, ella se encargará de que salga librada de todo y pueda irse lejos. Socorro abofetea a Silvana, exigiéndole que calle y no trate de confundirla ni engañarla. 

Ezequiel consuela a Milena y le promete que la ayudará. Ambos hablan de sus padres y de cómo Doménica Montemar se los arrebató por su ambición de poder. Él confiesa a su amiga que la hacienda Montemar le perteneció a su madre y a la familia de ella en el pasado y que se llamó Los Gavilanes, nombre que él volverá a darle en cuanto la recupere.

Jose Miguel habla con Victoria y Martina, a quienes confiesa estar arrepentido y haber cambiado. Las mujeres le aconsejan que, si eso es verdad, entonces deje de engañarse y tratar de engañar a Silvana y regrese con Carolina, que luche por recuperarla y recuperar también a su hijo. Jose Miguel decide entonces que en cuanto Silvana aparezca el se marchará para siempre.

Días después Victoria no se repone a las desapariciones de Silvana y Ferdinando y se refugia en Roberto Avellaneda, quien está haciendo todo lo posible, junto con Artemio, de encontrarlos.

Regino se presenta ante Doménica y le dice que lo han destituido de su cargo policial y teme a que le descubran sus crímenes por lo que le pide dinero. Doménica le da una fuerte suma de dinero en efectivo para que huya y él le recomienda que ella haga lo mismo. La mujer se niega a marcharse de lo que considera suyo y jura que lo defenderá con uñas y dientes. Regino se marcha pero en la carretera Yajairo le tiende una emboscada y lo asesina disparándole desde lejos. El hombre toma el dinero en efectivo y le dice a Socorro que en cuanto Doménica les de mas, se marcharán. La policía cree que el asesinato de Regino se debió a un saldo de cuentas pues leen en documentos que Irene les entrega que el hombre ha estado inmiscuido en varios crímenes en complicidad con Doménica, Macario y Juventino. 

Penélope es condenada a cadena perpetua por los crímenes que cometió. La mujer no deja de llorar amargamente y maldecir a Silvana por ser y tener todo lo que ella siempre deseó. 

Socorro descubre que Yajairo planea matarla para huir solo con el dinero por lo que piensa en la proposición de Silvana de declarar en contra del hombre y huir lejos por lo que la libera y ambas acuden a la delegación donde Socorro cuenta todo. Para defenderla, Silvana confiesa que la mujer la encontró y la ayudó pero que Yajairo, en complicidad con Doménica, planeó desaparecerla. Nada de esto sospecha Yajairo, quien se encuentra con Doménica recibiendo el dinero que ésta le prometió a cambio de la vida de Silvana y ahora también de Ferdinando. 

Milena reza con Victoria y Martina y todas se alegran al ver de vuelta a Silvana, quien les dice que Ferdinando también se encuentra secuestrado pero lo irán a rescatar. Socorro aparece y pide hablar con su hija, ante la cuál llora y se despide pues se marchará lejos. Milena le dice que prudencia ha desaparecido y seguramente Yajairo y Doménica están detrás de todo. Socorre acude entonces a indagar y es sorprendida por el hombre, quien le reclama el haber liberado a Silvana. La golpea vilmente hasta matarla y de pronto es sorprendido por la policía, que lo detiene.

Avellaneda habla con Doménico y le presenta una orden de desalojo pues ella no tiene nada qué hacer en su hacienda la cuál le pertenece a Ezequiel Aguirre, quien se presenta como dueño absoluto del lugar. Doménica los corre a todos y se niega a irse asegurando que esa hacienda le pertenece. Artemio Ruiz le asegura que eso no es verdad y que ya se ha comprobado absolutamente todo lo que ella logró estafando y arrebatando sin piedad por lo que ordena que la esposen y la lleven a la cárcel. Doménica asegura que todos la quieren perjudicar porque son traidores, envidiosos y rencorosos. Insiste que es inocente. Pide que le den tiempo de arreglarse y se lo ceden aunque policías resguardan el lugar. 

Yajairo confiesa sus fechorías y acusa a Doménica de ser la autora intelectual. Todos los afectados debido a estos dos malhechores declaran lo que les saben y Amapola se presenta con una carta que Juventino Manzur le entregó hace muchos años, donde hace responsable a Doménica de su muerte y confiesa absolutamente todos los delitos que cometió. 

Jose Miguel se despide para siempre de Silvana, a quien le desea lo mejor así como a Ezequiel, quien besa a su mujer y le dice que ahora que todo se comienza a aclarar los dos podrán ser felices.

Victoria recibe a Ferdinando en casa y lo abraza al igual que Martina. Las mujeres lloran al tenerlo de vuelta. Milena también se aferra a él mas entristece cuando se entera de que el cuerpo de su tía Prudencia fue encontrado enterrado en un lote de la hacienda Montemar. 

La policía se desespera al no tener respuesta de Doménica y entran a la fuerza a su habitación descubriendo que la mujer ha escapado por lo que exigen que la busquen en todos los alrededores. No sospechan que la mujer se encuentra dentro de su casa y afirma que jamás la verá nadie en una cárcel pues primero la verán muerta. Doménica prende fuego a la hacienda Montemar y ella decide quedar atrapada entre las llamas, donde grita ardiendo entre ellas y asustando a los que se encuentran cerca, incluyendo Ezequiel y Silvana, quienes acudieron a tomar posesión.

TIEMPO DESPUES: Yajairo es condenado a cadena perpetua. Recibe la visita de Milena, quien no deja de gritarle cuanto lo desprecia por todo el daño que siempre le causó. Él le asegura que de ella hubiera dependido que el destino de ambos fuera diferente pero se empeñó en despreciarlo y por ello fue que él comenzó a cometer tantos crímenes. Planea una fuga de la cárcel y lo logra pero es perseguido por la policía. Tienen un enfrentamiento y  es impactado por distintas balas. Mientras agoniza, confiesa todos sus crímenes y cómo fue que se hizo cómplice de Doménica Montemar. 

Eligio acepta la propuesta de Ezequiel para dirigir la hacienda los Gavilanes en cuanto ésta haya sido reparada del incendio y que ambos sean socios. Eligio agradece la oportunidad y comienza una relación formal con Irene, quien está dispuesta a empezar una nueva vida con un hombre que le ha demostrado lo que es el verdadero amor.

Jose Miguel busca a Carolina, a quien pide perdón por todo el daño que le causó. La mujer lo perdona mas no accede a regresar con él pues cree que lo mejor es que ambos sigan su camino por separado.

Ferdinando propone a Milena que ambos se marchen a vivir a la capital, donde él trabajará en las empresas familiares al lado de Avellaneda y ella puede comenzar una nueva vida, lejos de todo lo que le ha causado daño. Milena no sabe qué hacer y lamenta que toda su familia esté muerta y se encuentre sola en el mundo. Habla con Francisca, quien le aconseja que haga caso de lo que Ferdinando le ha dicho y comience de nuevo lejos de todo lo que siempre será un trago amargo para ella. Milena entonces decide que comenzará lejos con el hombre al que ama.

El padre Benito habla con Isabela y se despide de ella lamentando que quizás nunca más se vuelvan a ver. La mujer le asegura que visitará Tequitlán cuantas veces pueda pues no puede olvidarse de que tiene una familia.

En la cárcel, Penélope no deja de gritar con odio el nombre de Silvana, quien la visita para decirle cuanta lastima siente por ella. Silvana se sorprende cuando Penélope le confiesa que ella mató a sus propios padres, incendiándolos, y se ríe al saber que Doménica terminó de la misma manera, ardiendo en el infierno. Silvana llora y asegura que quizás Doménica ardió pero jamás pagó por sus delitos ni fue torturada ni encerrada como ella, que pasará el resto de su vida tras las rejas. Penélope advierte a Silvana que se cuide pues la matará. Le dice que ella fue la responsable del infarto que Nicolás sufrió cuando descubrió que era amante de Jose Miguel. Silvana no puede creer lo que escucha, queda horrorizada y al salir de la cárcel llora amargamente para luego contarles a Ezequiel y su familia la confesión de Penélope, quien por su parte sonríe en la cárcel pues sabe que en algo ella y Silvana son iguales: No tienen a sus padres y los cuatro murieron por su causa. Días después tiene un enfrentamiento con las reclusas, quienes la golpean y apuñalan, arrancándole la vida.

El padre Benito entrega a Ezequiel unos documentos que pertenecieron a sus padres, los cuales le pidieron que guardara celosamente y entregara al hombre llegado el momento. Ezequiel descubre que es un hombre rico, millonario, mas reclama al padre haber callado durante tanto tiempo. Benito le explica que de haber hablado, tanto Juventino como Doménica pudieron haberse encargado de despojarlo de todo.

Milena se sorprende al conocer la mansión Villavicencio y después de unos días confiesa a Martina no sentirse cómoda entre tantos lujos y extrañar el pueblo. Martina le recuerda que le hizo una promesa a Ferdinando, quien se ha enmendado gracias a ella.

Victoria se siente feliz pues sus hijos por fin han encontrado la felicidad que ella siempre soñó para ellos. Agradece a Roberto el haberla apoyado y ayudado y entonces él le pide que si no puede ser su esposa le de una oportunidad de estar a su lado hasta que mueran. Se besan fuertemente.

Silvana y Ezequiel anuncian en todo el pueblo que se casarán y el día de su boda hacen una fiesta en la hacienda invitando a todos sus allegados. Milena los sorprende, feliz de regresar después de pasar una temporada en la ciudad. Todos beben tequila, ron, fuman tabaco. Es una fiesta grande y hermosa en que celebran el triunfo de un amor a la mexicana.







FIN















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